Los kurdos han sido uno de los pueblos más importantes de la región que ahora denominamos Oriente Próximo. Su origen se remonta al año 2.500 a. C.,...
Los kurdos han sido uno de los pueblos más importantes de la región que ahora denominamos Oriente Próximo. Su origen se remonta al año 2.500 a. C., cuando se asentaron en un territorio del suroeste de Asia que en la actualidad forma parte de países como Irak, Irán, Turquía, Siria y Armenia.
Descendientes de una de las ramas de los pueblos indoeuropeos, su establecimiento en aquel enclave se logró gracias a que es una región mayoritariamente montañosa, en la que sobresalen elevaciones como el Taurus, el Zagros y el Elburz.
Allí han estado desde entonces. Se estima que en la actualidad son la minoría étnica más numerosa del mundo que carece de un estado propio. Aunque es difícil hacer un cálculo exacto, varios organismos internacionales afirman que su población total se acerca a los 22 millones.
¿Por qué siguen siendo protagonistas tras más de dos mil años de existencia? ¿En qué radica su identidad y su capacidad para adaptarse a los distintos contextos?
El hecho de que los kurdos hayan escogido un enclave montañoso nos da muchas pistas para desentrañar parte de su identidad. Su estructura social estaba compuesta por diferentes clanes asociados entre ellos, lo cual no solo evitó revoluciones nacionalistas sino que lo convirtió en un pueblo autosuficiente en el aspecto económico.
Este sistema les mantuvo al margen de las distintas transformaciones que tuvieron lugar en lo que ahora llamamos Oriente Próximo. Pese al florecimiento de las culturas mesopotámicas y el dominio que ejercieron pueblos como los griegos, los romanos, los cristianos y los musulmanes, entre otros, durante siglos conservaron su identidad y sus valores en aquel territorio denominado Kurdistán.
De hecho, la formación de los estados-nación del siglo XIX los pilló por sorpresa, lo cual impidió que desarrollaran el proyecto de un estado propio como sí lo hicieron, por ejemplo, los judíos con la creación de Israel.
Esto los obligó a quedar distribuidos en los distintos países que afloraron en la zona hasta entrado el siglo XX, aunque en todos asumieron su condición de minoría. La mayor parte de los kurdos está ahora en Turquía, cuyo grupo de población se acerca a los 15 millones (el 18% del total del país).
Durante las invasiones árabes de la Edad Media y de los siglos posteriores, los kurdos acabaron convertidos al islam, aunque no por ello perdieron dos elementos esenciales para su continuidad como pueblo: el idioma y la cultura.
En la antesala del siglo XX estuvieron aliados con el Imperio Otomano, que les dio ciertos niveles de autonomía, aunque con el desmantelamiento de este, tras la I Guerra Mundial, retornaron a la idea de crear un estado propio.
Sin embargo, las condiciones no han sido favorables para ello. Primero, porque en el seno de su sociedad existe un sector más interesado en conservar las tradiciones como pueblo que como nación. Y segundo, porque el rediseño de las fronteras que tuvo lugar en las primeras décadas del siglo XX no fue favorable.
Aun así, en la actualidad han constituido partidos independentistas que abogan por esa idea en los parlamentos de Turquía, Irán, Irak y Siria.