La lucha por la supervivencia de las mujeres en Siria

Antes del inicio de la guerra Siria, el país tenía un fuerte sector agrícola y era uno de los mayores productores de tomate, algodón y aceitunas del planeta. Las mujeres sirias tenían un papel fundamental en la vida rural, especialmente en la gestión de la economía doméstica. Sin embargo, habitualmente dependían fuertemente de la seguridad financiera proporcionada por los hombres de la familia.

El conflicto armado que estalló en 2011 cambió la vida de la población de forma dramática. Dividió comunidades, destrozó infraestructuras y, sobre todo, forzó a millones de personas a abandonar sus hogares.

Actualmente, más de 12 millones de sirios están desplazados en otros lugares del país o bien están registrados como refugiados en los países vecinos. Las mujeres y los niños suponen casi el 75 por ciento de los refugiados sirios en Oriente Próximo y norte de África.

Esto ha supuesto que un número importante de familias de refugiados sirios (una de cada cuatro en 2014) tengan como cabeza a una mujer mientras sus maridos luchan en el frente, están desaparecidos o detenidos o han muerto a causa de la guerra.

Sin el apoyo económico de sus maridos y con las redes familiares y sociales de solidaridad completamente destruidas, estas mujeres dependen casi enteramente de la asistencia humanitaria para sacar adelante a sus familias.

La vida antes y después de la guerra

En muchos casos, las mujeres sirias, especialmente aquellas que provienen de un entorno rural, ni siquiera iban solas a la compra antes de la guerra. Habitualmente vivían en las mismas zonas que el resto de sus familiares ya que, tradicionalmente, las familias sirias se han mantenido muy unidas.  

La guerra lo cambió todo, dividiendo familias y comunidades. Ante la ausencia de sus maridos y sostenes económicos y el aumento descontrolado de la inseguridad, muchas mujeres decidieron tomar los mandos de su familia y buscar la paz en otro lugar.

Turquía y Jordania son los dos países que más refugiados sirios acogen. Una vez llegadas allí con sus familias, estas mujeres se enfrentan al reto de obtener recursos económicos para mantener a sus hijos. La mayoría de ellas apenas logran ganar lo justo para pagar el alquiler, llevar algo de comida a la mesa y comprar bienes básicos del hogar.

Muchas han acabado con sus ahorros, incluso vendiendo sus anillos de boda. Encontrar un trabajo en los países vecinos, muchos de los cuales atraviesan por sus propias dificultades económicas, no es tarea fácil, especialmente para una mujer.

Solo una de cada cinco refugiadas sirias tienen un trabajo pagado y la misma exigua proporción recibe ayuda de otros familiares adultos. ACNUR y otras agencias proporcionan ayuda económica a un cuarto de ellas. Un tercio de las mujeres refugiadas sirias dicen no tener suficiente para comer.

Una tragedia que no cesa

Mientras, en su país, la situación no da visos de mejora. La expansión territorial de los frentes de guerra solo ha provocado un éxodo aún mayor entre los sirios. 1,3 millones de sirios han sido desplazados en los últimos 12 meses.

Las mujeres sirias seguirán luchando por su supervivencia y la de su familia mientras el país en el que crecieron sigue rodando en una espiral de violencia. Pero, indudablemente, ni Siria ni las sirias volverán a ser las mismas después del conflicto. Puede que ,sobre las ruinas de la tragedia que vive actualmente Siria, las mujeres logren construir una nueva sociedad en la que ocupen una posición mucho más relevante.