Indefensos tras haberlo perdido todo, quienes huyen de la guerra son a menudo objeto de violaciones y violencia sexual que se extiende más allá del género femenino. Cientos de hombres y niños sirios están siendo víctimas de sucesos que dejan a los supervivientes un dolor físico y emocional insoportable.
El estudio publicado por ACNUR este mes de diciembre saca a la luz que las violaciones, la tortura y la explotación sexual a hombres y niños que huyen de la guerra en Siria es mucho más común de lo que se pensaba, tanto dentro como fuera del país.
El estudio incluye, entre otras fuentes, entrevistas a 196 refugiados sirios en Irak, Líbano y Jordania que cuentan las traumáticas situaciones a las que se han enfrentado tanto ellos como sus conocidos, reportando violaciones, mutilaciones y disparos en los órganos genitales.
Los testimonios de quienes han sobrevivido son estremecedores.
Tarek y Ahmed, dos testimonios que retratan violaciones a hombres y niños
Tarek fue detenido durante la guerra en su Siria natal. Desnudo en una celda oscura fue retenido durante más de un mes junto a 80 personas. Con las manos atadas por las noches, fueron torturados con descargas eléctricas en sus genitales y violados por sus secuestradores.
“Ellos venían a la celda a violarnos, pero estaba muy oscuro – no podíamos verlos. Todo lo que podíamos oír era a la gente diciendo “¡Para! ¡No!... Creí que íbamos a morir”, asegura. La experiencia de Tarek está, desgraciadamente, lejos de ser la única.
Ahmed, otro refugiado sirio, cuenta cómo uno de sus tíos nunca se recuperó del horrible abuso que sufrió durante su detención. “Unos meses después de ser liberado, nos dijo rompiendo a llorar, que no había ni un solo punto de su cuerpo que no hubiera sido sometido a un taladro eléctrico. Él fue violado. Después de ser liberado, dejó de comer y se volvió alcohólico. Murió de un fallo en el riñón”.
Entre los casos reportados, la mayoría ocurren durante su detención o en prisiones improvisadas y los episodios de violencia afectan a todo rango de edades, desde niños de tan solo 10 años hasta hombres que sobrepasan los 80.
“Mi amigo trabaja con un hombre de 60 años que le dijo que no le pagaría hasta que no le hiciese un favor sexual”, cuenta Ibrahim, un refugiado sirio en Líbano. “Mi amigo no puede dejar el trabajo porque lo necesita para pagar el alquiler y sostener a su familia. Tiene 30 años, está casado y tiene familia, pero no puede hablar con ellos de esto”.
Según Volker Türk, Alto Comisionado de ACNUR para la Protección, nos enfrentamos a un círculo vicioso ante la poca ayuda disponible y una cultura del silencio que refuerza la idea de que este problema es poco común.
El informe de ACNUR quiere difundir la realidad de la violencia sexual a niños y hombres, para identificar buenas prácticas, prevenir y detectar otras formas de cubrir las necesidades de las víctimas.
Además, el estudio hace recomendaciones para las organizaciones humanitarias que trabajan con refugiados, como reforzar las estrategias de prevención, mejorar los acuerdos de confidencialidad y la atención de los supervivientes o sensibilizar a los trabajadores humanitarios.