El pasado lunes, el número de refugiados e inmigrantes en Grecia en necesidad de alojamiento se disparó a 24.000 personas, de las cuales, unas 8.500 se encontraban en Idomeni, junto a la frontera con la Antigua República Yugoslava de Macedonia. Al menos 1.500 habían pasado la noche anterior al raso. Las condiciones de hacinamiento están generando escasez de alimentos, refugio, agua e instalaciones de saneamiento.
Hasta el momento, las autoridades griegas han respondido con el establecimiento de dos campamentos militares junto a Idomeni, con una capacidad proyectada de 12.500 plazas. Además, se está construyendo un tercer campo en las proximidades. Junto con sus socios, la Agencia de la ONU para los Refugiados continúa complementando los esfuerzos de Grecia. ACNUR ha proporcionado carpas, tiendas de campaña y unidades de alojamiento para refugiados, así como otros materiales de primera necesidad y personal adicional y especialistas, entre ellos personal de protección y equipo técnico.
La Agencia ha advertido de que Europa se encuentra en la antesala de una crisis humanitaria de la que es en gran medida responsable. “Esto se debe a la rápida acumulación de personas en una Grecia que aún tiene muchas dificultades, con gobiernos que no trabajan conjuntamente a pesar de haber alcanzado ya acuerdos en una serie de aspectos y con un país tras otro imponiendo nuevas restricciones fronterizas. La incoherencia de las prácticas está provocando un sufrimiento innecesario y corre el riesgo de vulnerar las normas del derecho internacional y de la UE”, ha subrayado la Agencia de la ONU para los Refugiados. Durante los pasados meses de enero y febrero, más de 131.000 personas cruzaron el Mediterráneo, de las cuales 122.637 desembarcaron en Grecia.
En este contexto, ACNUR ha instado a Grecia y a los Estados a lo largo de la ruta de los Balcanes a actuar rápidamente para prevenir una catástrofe, así como a abordar esta emergencia con un espíritu de solidaridad y de responsabilidad compartida.