Pese a dificultades y restricciones, ACNUR ha conseguido realizar con éxito 23 operaciones de evacuación desde Libia a países seguros.
Cuando Abdul Karim embarcó en el vuelo que le llevaría desde Libia hasta la capital de Níger, no podía disimular su emoción. Su rostro era la viva imagen de quien vuelve a tener esperanzas de un futuro mejor: “Mi vida empieza hoy. Quiero estudiar mucho y ser un miembro de este mundo. Estoy tan feliz. De verdad”.
A finales de noviembre, este refugiado somalí fue una de las 132 personas evacuadas en un vuelo de ACNUR. Con ellos, ya son casi 2.500 quienes han podido salir de un país en el que la vulneración de los derechos humanos de refugiados y migrantes se refleja en detenciones ilegales, torturas, explotación y venta de esclavos.
En noviembre de 2017, ACNUR empezó a evacuar a los refugiados y solicitantes de asilo más vulnerables desde Libia hasta Níger, Italia y Rumanía.
Un año antes, Abdul Karim había huido de Somalia, un país arrasado por la sequía, el hambre y la violencia de Al Shabab. Abdul soñaba con llegar a Europa e ir a la Universidad, pero al llegar a Libia, su vida se convirtió en una pesadilla. Pasó de estar atrapado en manos de traficantes sin escrúpulos a vivir en un centro de detención en Trípoli.
A pesar de su experiencia, Abdul asegura que salir de Somalia era la única opción que le quedaba: “Era la única forma de estar seguro y, finalmente, de ayudar a mi familia”.
Al igual que él, muchos de sus compañeros de avión habían sido retenidos en centros de detención en Libia antes de ser evacuados. La mayoría, después de ser rescatados en el mar al intentar cruzar hasta Europa. La emergencia Libia es cada vez más crítica. “Las personas refugiadas en Libia enfrentan un escenario de pesadilla. Han huido de sus países en búsqueda de seguridad y protección para terminar encarcelados, y languideciendo indefinidamente en condiciones precarias”, asegura el Jefe de Misión de ACNUR en Libia, Roberto Mignone.
Colectivos especialmente vulnerables como madres solas con hijos, familias como la de Abraham, su esposa y un recién nacido, y 41 niños solos, sin ningún familiar mayor de edad, formaban el último grupo de evacuados. Serán alojados en un “Mecanismo de Tránsito de Emergencia” en Níger mientras ACNUR busca soluciones a largo plazo para ellos.
Marharit, una refugiada de Eritrea de 28 años que pasó dos años en Libia con su hija de tres años, detenida por traficantes, también formaba parte de este último vuelo. Para ella, poder criar a su hija en paz en un país seguro es su único objetivo: “Hoy estoy cambiando mi vida y la de mi hija. Estoy muy feliz”.
Aunque Libia es hoy uno de los países más peligrosos del mundo, su ubicación hace que siga siendo un importante país de tránsito para quienes huyen de guerras y conflictos en África y Oriente Medio.
En las próximas semanas, otras madres con hijos, niños solos y familias necesitarán ayuda para ser evacuados y construir su futuro.
En Libia hay 56.210 refugiados y solicitantes de asilo registrados en Libia, 170.500 desplazados internos y 5.600 refugiados y migrantes en centros de detención.
A pesar de que muchos son migrantes económicos, más de una cuarta parte de las personas que llegan a Libia necesitan protección internacional. Muchos proceden de Sudán, Siria, Eritrea, Etiopía, Palestina, Somalia e Irak. La mayoría de ellos, nunca hubieran imaginado lo que encontrarían allí. La inestablilidad y la falta de autoridades en el país está provocando que la mayoría de las personas que llegan sean retenidos en centros ilegales, secuestrados y torturados o acaben en manos de traficantes.
Durante 2018, ACNUR evacuó y reasentó a 2.700 refugiados, ha facilitado 21.870 consultas médicas y 104.441 refugiados y desplazados internos han recibido asistencia alimentaria. ACNUR y sus socios han repartido 9.700 paquetes con materiales de emergencia.
839.000 niños en la región participa en programas de apoyo psicosocial.