Las llegadas de grandes flujos de refugiados implican, a menudo, un consumo añadido de los recursos naturales. Países como Tanzania sufren una tala de árboles progresiva que sólo es posible remediar con la reforestación de los bosques urgente.
Cerca de los frondosos bosques de Tanzania, un campamento de ACNUR acoge a más de 300.000 refugiados desde hace 20 años. Demasiado tiempo y demasiadas personas necesitadas de leña y madera para construir sus casas o cocinar han dado paso a la deforestación de las zonas más cercanas. Las consecuencias, no han tardado en llegar.
Cuando refugiados como Kashindi Eli y su familia llegaron al campamento de Nyarugusu, los árboles les protegían del clima. Pero las continuas llegadas de quienes huyen de las atrocidades en Burundi o de la República Democrática del Congo han ido desgastando los recursos existentes dejando al campamento desprotegido. Cuando este año el viento azotó sus nuevos hogares, el albergue de Eli quedó destruido. “El viento destruyó el techo. Tuvimos que cubrir la casa con plantas y hierba”, recuerda.
Las catástrofes naturales son sólo uno de los peligros de la deforestación. Stella, refugiada y madre de dos hijos, salía 5 horas cada día a buscar leña fuera del campamento cuando fue agredida por un grupo de hombres. “La paliza duró mucho tiempo. A algunas de nosotras nos cortaron con cuchillos, y tuvieron que llevarnos al hospital. Mis hijos estaban conmigo. Todavía siento el dolor, en mi cuerpo y en mi cabeza”, recuerda.
Para mujeres y niñas, ir en busca de la madera que está cada vez más lejos de los campamentos es una tarea peligrosa y agotadora que les lleva a enfrentarse a violencia, abusos y violaciones.
Ahora, Eli es uno de los 100 refugiados que aprende a repoblar los bosques y contribuye a la reforestación en su país de acogida. En tres meses, han cultivado 800.000 semillas en medio acre de tierra en un vivero desde donde trasplantarán a aquellos que echen raíces a las zonas despobladas.
Aunque los recursos son limitados, ACNUR enseña a locales y refugiados sistemas de riego, evitar plagas o quitar las malas hierbas. “También educamos a la gente local y a los refugiados sobre la siembra de árboles, la conservación del agua y el control de los incendios forestales. Les animamos a hacer negocios respetuosos con el medio ambiente, como la apicultura”, dice un socio colaborador de ACNUR en este proyecto.
Además de Nyarugusu, han criado 100.000 árboles más en el campamento de Nduta y 54.000 árboles en el poblado de Biturana. En total, ACNUR ha plantado cerca de 2 millones de árboles en los campamentos de refugiados de Tanzania, adquiriendo semillas de distribuidores locales para impulsar la cooperación con la economía local.
Pronto, cada familia recibirá 30 plantas de semillero. Pero el precio de cada semilla, 250 chelines tanzanos (10 céntimos de dólar), sumado a los problemas de financiación hacen necesarios más fondos para continuar con el proyecto e implementar programas sostenibles lo antes posible para la reforestar las áreas dañadas.
Las necesidades en los campamentos son altas y las especies de árboles que más rápido crecen necesitan 3 años para poder usarse como leña.
Otra alternativa de ACNUR para combatir la deforestación son los combustibles alternativos más saludables, seguros y sostenibles como el gas licuado de petróleo.
Cada semana, 3.000 hogares reciben una lata de gas de 6 kilos, pero una vez más, la falta de fondos lo convierte en un proyecto a corto plazo. Cada lata cuesta 47.000 chelines tanzanos (21 dólares) y rellenarla, 20.500 chelines tanzanos (9 dólares) cada vez.
La representante de ACNUR en Tanzania, asegura que el uso de recursos naturales como la leña para cocinar no sólo afecta al medio ambiente, también genera riesgos y tensión entre los refugiados.
ACNUR lidera el proceso para desarrollar un Pacto Mundial sobre Refugiados que asegure a las comunidades de acogida el apoyo necesario para gestionar los efectos medioambientales. El pacto que abarcaría temas como el acceso a energía asequible, limpia y sostenible en los campamentos de refugiados.
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