Tres años después de que comenzara el conflicto de Siria, el Líbano se ha convertido en el país con la mayor concentración de refugiados per cápita en todo el mundo, al tiempo que trata de hacer frente a una crisis que no muestra signos de desaceleración.
Los refugiados de Siria representan ahora una cuarta parte de la población local, con más de 220 refugiados sirios por cada 1.000 ciudadanos libaneses.
“La llegada de un millón de refugiados sería considerada masiva en cualquier país. Para el Líbano, un pequeño país con dificultades a nivel interno, el impacto es enorme”, declaró António Guterres, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados. “El pueblo libanés ha mostrado una sorprendente generosidad, aunque está luchando para salir adelante. El Líbano alberga la mayor concentración de refugiados en la historia reciente. No podemos dejar solo al país asumiendo esta responsabilidad”.
La llegada de refugiados se está acelerando. En abril de 2012 había 18.000 refugiados sirios en el Líbano; en abril de 2013 había 356.000, y ahora, en abril de 2014, 1 millón. Cada día ACNUR registra a 2.500 nuevos refugiados: más de una persona por minuto.
El impacto en el Líbano ha sido inmenso. El país ha experimentado graves repercusiones económicas debido al conflicto en Siria, incluyendo la caída en el comercio, el turismo y la inversión, así como el aumento en el gasto público. Los servicios públicos tienen dificultades para satisfacer la creciente demanda, siendo los servicios de salud, educación, electricidad, agua y saneamiento los que se están viendo especialmente afectados.
El Banco Mundial estima que la crisis de Siria ha supuesto al Líbano un coste de 2.500 millones en pérdidas de actividad económica durante 2013 y amenaza con llevar a 170.000 libaneses a una situación la pobreza a finales de este año. Los salarios están cayendo en picado y las familias pasangraves apuros para llegar a fin de mes.
Los niños constituyen la mitad de la población de refugiados sirios en el Líbano. El número de niños refugiados en edad escolar rebasa ahora los 400.000, superando ampliamente el número de niños libaneses en las escuelas públicas. Estas escuelas han abierto sus puertas a más de 100.000 niños refugiados, sin embargo, su capacidad para aceptar a más estudiantes se ve sometida a graves limitaciones.
Las comunidades locales sienten especialmente la presión de la afluencia de refugiados. Son muchas las ciudades y pueblos que ahora tienen más refugiados que libaneses. En todo el país, las infraestructurasbásicas están alcanzando sus límites, dando servicio tanto a refugiados como a libaneses por igual. El saneamiento y la gestión de residuos se encuentran gravemente debilitados, las clínicas y los hospitales están desbordados y las fuentes de agua agotadas. Los salarios están cayendo debido al aumento de la oferta de mano de obra. Se reconoce cada vez más la necesidad por parte del Líbano de ayuda al desarrollo a largo plazo para capear la crisis.
“El apoyo internacional a las instituciones gubernamentales y a las comunidades locales se encuentra en un nivel que, aunque aumenta lentamente, no es proporcional a las necesidades”, señaló António Guterres. “El apoyo al Líbano no es sólo un imperativo moral, sino que también es indispensable para evitar que se sigan erosionando la paz y la seguridad en esta frágil sociedad yen toda la región”.
Y si bien la magnitud de la emergencia humanitaria sigue aumentando, así como las serias consecuencias para el Líbano, el llamamiento humanitario para el país tan sólo ha recibido un 13 por ciento de la cantidad solicitada.
Las agencias humanitarias están tratando de establecer prioridades entre necesidades igualmente apremiantes, así como de dirigir la ayuda, en primer lugar y ante todo, entre los más vulnerables de la población necesitada. La limitada financiación, unida a la erosión constante de los recursos propios de los refugiados, puede tener consecuencias nefastas. Va en aumento el número de refugiados que no pueden pagar o encontrar un alojamiento adecuado y están recurriendo a viviendas inseguras, tales como tiendas de campaña, garajes y establos. 80.000 refugiados necesitan urgentemente asistencia médica y más de 650.000 reciben ayuda alimentaria mensual para sobrevivir.
La gran mayoría de los niños refugiados no están escolarizados: muchos trabajan, mientras que las niñas pueden ser casadas a una edad temprana, por lo que la perspectiva de un futuro mejor se va desvaneciendo cuanto más tiempo permanecen fuera de la escuela.
“Los niños sirios de hoy”, afirmó Ninette Kelley, “son quienes forjarán la Siria del mañana. Debemos asegurarnos de que cuenten con la formación necesaria para superar los enormes desafíos que tendrán que afrontar en los próximos años”.
Naciones Unidas y las agencias socias han puesto en marcha una respuesta sin precedentes, dirigida tanto a los refugiados como a las comunidades de acogida libanesas. A finales del año pasado, se solicitaron 1.890 millones de dólares para el 2014, de los cuales sólo han recibido hasta el momento 242 millones.
“Las comunidades libanesas pasando graves apuros, y las tensiones van en aumento”, indicó Ninette Kelley. “Sin embargo, la oferta de plazas de reasentamiento por parte de terceros países más ricos sigue siendo limitada, y lamentablemente el llamamiento ha recibido una financiación insuficiente. La moralidad y el pragmatismo exigen que hagamos más”.
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