Días como hoy e historias de amor como éstas nos hacen darnos cuenta de que el amor no entiende de guerras ni fronteras. En los campos de refugiados o en los países en conflicto nacen historias reales. Hoy, compartimos algunas de ellas.
Poco después del estallido de la guerra en Siria, Yoursa (16) y Ahmed (21) escaparon de su país hasta el sur del Líbano. Una vez allí, se conocieron en el campamento improvisado de Mark El-Khokh donde 700 personas sobreviven gracias a la ayuda humanitaria de ACNUR.
Fue allí donde, al verse de lejos por primera vez, sintieron el impulso de comenzar a conversar. Fue sólo el comienzo de una bonita historia de amor.
Aunque poco después la familia de Yousra se tuvo que trasladar hasta el norte del país, el romance continuó por vía telefónica. Ahora, Ahmed y Yousra han decidido casarse. No se trata de un matrimonio concertado, sino de amor a primera vista.
“El exilio es nuestra realidad ahora y tenemos que lidiar con ella. Queremos crear una vida y espero poder hacerlo”
Yousra, refugiada siria de 16 años.
La familia de Ahmed, al igual que muchas otras de las que viven en el campamento, lleva consigo la pena tras la pérdida de un ser querido. La prima de Ahmed fue asesinada en la ciudad siria de Idlib, pero ahora deben dejar atrás la tristeza para celebrar la boda.
A pesar de haber tenido que huir, los novios tienen hoy la suerte de protagonizar una historia de amor con final feliz, pero no siempre es así en los campos de refugiados.
La larga y peligrosa ruta del Mediterráneo es cada día el escenario en el que decenas de barcos navegan sobre la delgada línea que separa la vida y la muerte.
Doaa y Bassem se decidieron a cruzarla después de que la guerra estallase en su Siria natal. Al llegar a Europa, los dos enamorados querían casarse y emprender una nueva vida juntos. Para ello, pagaron 2.500 dólares por cruzar el Mediterráneo desde Egipto hasta Grecia. Pero a los tres días de partir, la costa no se atisbaba y comenzaron los temores. “Nunca llegaremos a la costa. Nos hundiremos todos”, confesó Bassem.
Al día siguiente, un barco oxidado se acercó a ellos y les animó a subir, pero todos los que viajaban en el barco de Doaa y Bassem se negaron. Los traficantes, al ver que no lo conseguirían, se marcharon enfadados, aunque volvieron poco después e hicieron agujeros en uno de los lados del barco en el que viajaban.
Poco después, el barco empezó a hundirse y Bassem encontró un flotador en el que agarrarse que le daría a su querida Doaa. Poco a poco, las fuerzas de quienes iban en el barco empezaron a fallar. Entre ellos, Bassem se ahogó en el mar Mediterráneo dejando a Doaa sola en medio de un mar de cadáveres.
Al ver que ella sobreviviría, un hombre le entregó su bebé de 9 meses y horas más tarde una madre le pidió que salvara a su hija de año y medio.
Al igual que miles de personas, la historia de amor entre Doaa y Bassem murió allí, en un lugar incierto del mar Mediterráneo. Envía ayuda para que miles de refugiados no tengan que jugarse la vida en medio del mar.