A pesar del aumento de refugiados en 2017, su salud mejora
Aunque 2017 volvió a alcanzar niveles de desplazamiento forzado récord desde la II Guerra Mundial y del brote de enfermedades letales, el estudio publicado concluye que el estado de salud pública de los refugiados ha mejorado en 2017. La tasa de mortalidad entre menores de 5 años, un indicador clave en emergencias, se ha conseguido mantener estable a nivel global con 0,4 muertes por cada 1.000 niños refugiados. Aun así, queda trabajo por hacer.
Además, el aumento del seguimiento del estado de salud de los refugiados en emergencias ha ayudado a intervenir más rápido y de forma más efectiva.
En 2017, ACNUR y sus socios gestionaron brotes de enfermedades mortales como cólera en Kenia, Uganda y Sudán, malaria en Uganda, sarampión en Angola y Bangladesh, difteria en los asentamientos densamente poblados en Bangladesh, tifus en Ruanda y viruela símica en la República Democrática del Congo.
La principal causa de muerte de los menores de 5 años, evitable si se controla a tiempo
Cuando Amina, de tres años, enfermó, su madre la llevó hasta la clínica de salud en el mayor campo de refugiados del mundo, para recibir tratamiento inmediato. "Es una gran ayuda tener una clínica cercana a la que podamos acceder en cualquier momento", dice su madre, Nur, en las instalaciones financiadas por ACNUR, abiertas las 24 horas del día.
El panorama global señala que la principal causa de muertes de menores de cinco años como ella fue la diarrea. Algo que, con un tratamiento efectivo como el recibido por Amina, puede curarse en cuestión de días.
ACNUR trabaja en los campos de desplazados y refugiados para mejorar la salud y erradicar enfermedades contagiosas en cuanto aparecen. A través de la prevención y de una alimentación adecuada podemos evitar muchas de ellas antes de que se extiendan.
Pero la falta de fondos para vacunas y comidas diarias de 2.100 kilocalorías ha obligado a recortar en alimentación en los campos de países como Sudán del Sur.