Crisis humanitaria
Más de 24 millones de personas en Afganistán, el 55 % de la población, necesita ayuda humanitaria urgente para sobrevivir. Hambriento, con frío y cada vez más pobre, el pueblo de Afganistán se encuentra en las garras de la peor crisis humanitaria del mundo.
Más de cuarenta años en conflicto han convertido a Afganistán en el país menos pacífico del mundo. Además, la crisis sanitaria de la COVID-19, que amenaza con seguir agravando la pobreza, y los efectos devastadores del cambio climático están empeorando las condiciones en las que se encuentra la población.
Millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares debido a la violencia. Más de 700.000 lo han hecho desde principios de 2021, la mayoría mujeres y niños, y carecen de lo más básico: no tienen acceso a agua, alimentos y viven en refugios improvisados. Algunos se han refugiado en escuelas, mezquitas y edificios abandonados. Otros han vendido todo lo que tenían y se han endeudado para poder pagar un alquiler y dar un techo a sus hijos. Los más desesperados, sin medios a su alcance, se han visto abocados a dormir a la intemperie, en parques y en la calle, expuestos a todo tipo de peligros y abusos. La situación que se vive es extremadamente delicada.
La economía se desangra golpeada por la peor sequía que ha vivido el país en los últimos 30 años y que está impactando dramáticamente en los niveles de hambre. La crisis financiera ha llevado a la ruina a miles de familias afganas y las más pobres se están hundiendo aún más en la pobreza. Millones de personas se encuentran al borde de la inanición. En total, se estima que 4,7 millones de personas sufrirán desnutrición aguda este año, incluidos más de 1,1 millones de niños. Toda una generación y el futuro del país está en riesgo.
Desplazados internos
Refugiados
ACNUR en acción
ACNUR permanece y lidera la respuesta humanitaria de refugio y protección en Afganistán. A día de hoy, tiene acceso a las 34 provincias de Afganistán y opera en dos tercios de los distritos del país. En total, desarrolla programas en 344 distritos junto a los más de 20 socios con los que trabaja sobre el terreno.
Logros destacados en 2021

303.143

137.894

263.228

74.291

54.720

19.066

15.113

43.374

11.901

1.351
Logros destacados en 2022 (primera quincena de enero)

15.300

6.000

1.400

1.000

900
Mullah Ahmed
Mullah Ahmed (nombre ficticio por motivos de protección), su esposa y sus nueve hijos son una de las familias que recientemente han recibido ayudas en efectivo de ACNUR para hacer frente a las necesidades adicionales durante los gélidos meses de invierno. Gracias a la ayuda que reciben pueden comprar combustible para mantenerse calientes, mantas y ropa de abrigo. Ahmed y su familia huyeron de Jalalabad, situado al noreste de Afganistán, hace cuatro meses y ahora se refugian en una casa en Kabul, la capital del país, que fue abandonada por su dueño cuando los talibanes tomaron el poder.
Son muchas las familias desplazadas que han encontrado refugio en esas casas abandonadas con la aprobación de los propietarios bajo la premisa de que ellos cuidarán de la propiedad en su ausencia. En el caso de Ahmed, tal y como él mismo relata, la ayuda que les proporciona ACNUR ha llegado justo a tiempo para hacer frente a los duros meses de invierno, época en la que su trabajo en la construcción se detiene y los ingresos escasean para poder mantener a su familia.
Faristha
La solidaridad de todas las personas que, cómo tú, les ha tendido la mano a las personas afganas ha sido clave para salvar y reconstruir vidas en un año especialmente duro para todas ellas.
Este es el caso de Farishta (nombre ficticio por motivos de protección), de 28 años, que es viuda y vive con sus dos hijos, de 10 y 11 años, y con su hermano en Kabul, capital de Afganistán. Su marido, miembro de los talibanes, murió hace 10 años en combates. La había secuestrado y obligado a casarse. El verano pasado, Farishta y otros 20 miembros de su familia decidieron huir cuando los talibanes invadieron su provincia natal de Takhar, en el norte de Afganistán.
La mayor parte de la familia está ahora en Irán, pero Farishta no podía permitirse el costoso viaje a través de la frontera y decidió regresar a Kabul con sus hijos, donde recibieron asistencia de ACNUR. Su hermano Salim de 20 años decidió quedarse con ella para protegerla, ya que como viuda se encuentra en una situación de desventaja debido a la dificultad que tienen las mujeres de encontrar un trabajo bajo el gobierno de los talibanes. Gracias a la ayuda que recibe de ACNUR cada mes, Farishta puede pagar el aquiler de la habitación donde vive con sus hijos y comprar leña, mantas y ropa de abrigo para sobrevivir a los duros meses del invierno.