Entre los millones de personas que han tenido que huir de guerras y conflictos encontramos historias a la altura de los mejores guiones de Hollywood. Ejemplos de valores como la...
Gestos tan sencillos como lavarse las manos, beber agua potable embotellada o contar con una mosquitera bajo la que dormir por las noches pueden protegernos de las enfermedades contagiosas que...
La Fundación Europamundo, a través de la VII Convocatoria del Fondo 2017, ha apoyado con 10.000€ la asistencia básica a familias sirias refugiadas en campos y zonas urbanas de...
“Buenos días, ¿sabes cuáles son los síntomas de la difteria?”. Gracias a un equipo de voluntarios que recorre uno a uno los refugios de los rohingyas en...
Uno de los derechos inherentes al ser humano recogidos en la Declaración, el derecho a la educación, se ha convertido en un verdadero sueño en algunos lugares...
Más de la mitad de los refugiados del mundo son niños. En países africanos como Sudán del Sur, con altas tasas de natalidad y mortalidad, son...
El continente más grande del mundo ha sido, a lo largo de la historia, el escenario de algunas de las mayores atrocidades contra el ser humano. Desde la guerra...
Al Shabab, también conocido como Al Shabaab, es un grupo islamista que lleva atentando en Somalia desde el año 2007. Según el Consejo de Seguridad de la ONU,...
49 son los países de Asia que componen el continente más grande de la tierra. La Organización de las Naciones Unidas, divide el continente asiático en estas 6...
Volver a Empezar es el primer podcast del Comité Español de ACNUR, conducido y presentado por Molo Cebrián, creador de Entiende Tu Mente o Saliendo Del Círculo.
En esta nueva temporada de Volver a Empezar hablamos con mujeres que se han visto desplazadas por la fuerza, pero que no se dejan definir por estas circunstancias. Son mujeres incansables, que día a día superan la adversidad y la desigualdad y que además luchan por aquello en lo que creen: una vida digna para todas, para poder vivir en paz. Casi 60 millones de mujeres y niñas están desplazadas en todo el mundo, a ellas les dedicamos la novena temporada del Podcast del Comité español de ACNUR.
En la Temporada 8 de "Volver a empezar", el podcast del Comité español de ACNUR, nos preguntamos: ¿Puede el deporte convertirse en refugio? Para responder a esta pregunta hemos hablado con varias personas refugiadas que han tenido que huir de sus hogares, dejar su país y comenzar de cero en España. Personas a las que el deporte les ha salvado la vida. ¿Y cómo es posible esto? En muchas ocasiones lo es gracias a organizaciones, fundaciones y asociaciones que apuestan por el deporte como herramienta integradora de las personas refugiadas. Y es que el deporte integra, empodera, une, ayuda y puede convertirse en hogar, especialmente cuando el tuyo ha quedado muy lejos.
¿Te imaginas tener que abandonar tu país y empezar de cero para poder salvar tu vida? El protagonista de esta temporada tuvo que hacerlo: le llamaremos Juan. Por motivos de protección, prefiere no decir su nombre, ni de dónde viene, pero sí puede contarnos cómo ha logrado comenzar una nueva vida en un pequeño pueblo de la llamada España rural, ayudando a combatir el despoblamiento. Allí, donde muchos otros no quieren ir, Juan está construyendo un hogar seguro junto a su familia. Acompáñanos a conocer su historia en la séptima temporada del podcast del Comité español de ACNUR.
El cambio climático ha llegado para quedarse y marcar nuestro presente y nuestro futuro. Pero, ¿qué es exactamente? ¿Qué consecuencias tiene y cómo podemos luchar ante su avance? ¿Cómo afecta a las personas más vulnerables del planeta? En la temporada 6 de "Volver a empezar" resolvemos estas preguntas sobre el cambio climático hablando con expertos en el tema. Te esperamos.
Como no podía ser de otra manera, dedicamos la Temporada 5 de Volver a empezar a Ucrania. Queremos conocer de cerca cómo se vive en un país en guerra, cómo es huir de este conflicto y comenzar de cero en un lugar nuevo. Pero también vamos a mostrar qué labor está realizando Acnur en esta situación y cómo podemos ayudar cada uno de nosotros. Te esperamos.
Esta es la historia de una persona que gracias al boxeo tuvo una segunda oportunidad. No solo ella, sino también toda su familia.
Ella es Sadaf. Mujer, boxeadora, refugiada, valiente y luchadora. Nació en Afganistán, uno de los peores países del mundo para nacer mujer. Si quieres conocer su historia, ¡dale al play! y si te emociona tanto como a nosotros, comparte este podcast.
La tercera temporada de Volver a Empezar tiene nombre propio: Sergio Chekaloff. Una persona que ha pasado 74 años buscando el reconocimiento de una nacionalidad.
Su historia es la de millones de personas en todo el mundo que carecen de derechos políticos, jurídicos y sociales por el hecho de no ser considerados ciudadanos. Son apátridas.
En esta segunda temporada de Volver a Empezar conoceremos a Sergio, Gleici y Cristian. Ellos se vieron obligadas a abandonar sus países y que al llegar a España se toparon con una situación excepcional por la pandemia de COVID-19. A pesar de sus dificultades personales, y aún a riesgo de contagiarse, volvieron a armarse de valor para ayudar a quienes más lo necesitaban.
Befriending es la primera temporada de Volver a Empezar. En ella conoceremos la historia de tres mujeres valientes. Dos de ellas lo dejaron todo atrás en sus países para volver a empezar. Una vez en España, forjaron una amistad que les ha ayudado a salir adelante en el día a día.
El terremoto, que alcanzó 7,8 en la escala de Richter, ha dejado al menos 3.600 muertos y miles de heridos, según las últimas estadísticas e informaciones recibidas, aunque se espera que las cifras aumenten. Muchas personas han perdido sus hogares y están viviendo al raso o en asentamientos de tiendas de campaña. Hoy lunes 27 de abril, tan solo dos días después del terremoto, ACNUR está enviando 11.000 lonas de plástico y 4.000 linternas solares desde su almacén en Damak, en el este de Nepal, hacia los distritos montañosos orientales de Ramechhap, Okhaldhunga y Sindhuli, tal y como ha sido solicitado por las autoridades nepalíes.También se va a enviar por vía aérea un cargamento adicional de 8.000 lonas de plástico y 4.000 lámparas solares desde Dubai a Katmandú. Las lonas plásticas aislantes servirán para dar refugio a las víctimas del terremoto cuyos hogares han quedado destruidos o para los que de momento no pueden volver a sus casas por miedo a las réplicas. Dados los cortes de electricidad, ACNUR espera que las lámparas solares puedan proporcionar algo de luz en las zonas afectadas y ayudar a cargar los teléfonos móviles en un momento en que las familias necesitan comunicarse de manera urgente. La asistencia de ACNUR se enmarca dentro de la respuesta global coordinada de las Naciones Unidas para ayudar a los supervivientes del terremoto en Nepal. "Lamentamos profundamente que miles de personas hayan fallecido, resultado heridas o desplazadas en el desastre. Estas cifras siguen aumentando con las frecuentes réplicas y a medida que los equipos de búsqueda y rescate van llegando a las zonas remotas", declaró Daisy Dell, Directora de la Oficina de ACNUR para Asia y el Pacífico. "ACNUR se solidariza con Nepal, que a lo largo de los años ha sido un generoso país de acogida para miles de refugiados". ACNUR lleva trabajando con el gobierno de Nepal desde principios de 1960 para atender a los refugiados de la región y de otros lugares. En la actualidad hay más de 21.000 refugiados de Bután en dos campamentos en el este de Nepal, y unos 650 refugiados y solicitantes de asilo en Katmandú y sus alrededores.
El número de civiles desplazados por la escalada de violencia en las últimas semanas se calcula que es de entre 120.000 y 150.000 personas. Se teme que esta cifra pueda aumentar significativamente si la violencia continúa. A esta cifra hay que sumarle los más de 300.000 yemenís ya desplazados por los episodios de violencia anteriores, muchos de los cuales –incluyendo a los residentes en el campo de desplazados internos en Mazraq, que fue objeto de ataques aéreos– han tenido que huir por segunda vez. La mayoría de los 250.000 refugiados en el país también se están viendo afectados. La seguridad se deteriora en Yemen Con 18 de las 22 gobernaciones afectadas en estos momentos, la falta de comida, agua y combustible, unida a la constante violencia, amenazan con generar más desplazamientos. No obstante, a pesar de la volátil situación, ACNUR y sus socios están proporcionando varios servicios en Sana’a, así como en Adén y en el campo de refugiados de Kharaz. Naciones Unidas ha lanzado un llamamiento conjunto urgente para Yemen, por valor de 25,4 millones de dólares con el objetivo de mejorar las condiciones de vivienda y entregar material humanitario de primera necesidad para 250.000 personas, en el marco de un llamamiento conjunto interagencial, el más amplio de los próximos tres meses.
Sarratou, de 33 años, nunca olvidará el día en que decenas de hombres fuertemente armados tendieron una emboscada contra su aldea en el estado de Borno, en Nigeria. Eran las 10 de la mañana y ella estaba en casa con tres de sus cuatro hijos. Los disparos todavía sonaban en sus oídos cuando emprendieron precipitadamente un viaje de 12 kilómetros a pie hasta la frontera de Camerún. En ese momento su marido y su hijo mayor, Ibrahim, de 10 años, estaban cuidando el ganado a las afueras de la aldea. Aunque intentaron huir, no había escapatoria. “Mi marido se cansó. Estaba agotado y no podía seguir corriendo” dice Sarratou. “Boko Haram les alcanzó y cortaron el cuello a mi marido, frente a nuestro hijo”. Ibrahim se lanzó sobre el cuerpo de su padre y empezó a llorar. Pero tuvo poco tiempo para lamentarse. Uno de los insurgentes cogió su machete y golpeó el cráneo del niño. “Después de que me cortaran en la cabeza me desmayé” recuerda Ibrahim. “No me podía mover. Después me arrastré bajo un árbol para encontrar sombra. Ellos volvieron y me levantaron, pensaban que estaba muerto. Cavaron un hoyo y me tiraron en él y me cubrieron con arena”. Hoy, varios meses después del dramático episodio, la gran cicatriz de su cabeza es el doloroso recuerdo de lo que tuvo que soportar el niño. El pequeño Ibrahim fue testigo del asesinato de su padre cuando los insurgentes atacaron su aldea en el noreste de Nigeria. Contra todo pronóstico, el niño logró sobrevivir. Foto: ACNUR/Walter Kigali. Dos días después del ataque, la abuela de Ibrahim y su hermana Larama, de 13 años, regresaron desde la frontera para buscarle a él y a su padre, mientras Sarratou, que cayó en una depresión, tenía ansiedad y había dejado de comer, estaba en el hospital siendo tratada de hipertensión. Mientras miraban alrededor de la aldea, Larama encontró a su hermano entre unos arbustos cercanos. “Me cansé, me senté bajo un árbol y algo con moscas me llamó la atención” recuerda Larama con voz temblorosa. “Era un ser humano”. Ella recuerda que sólo una parte de la cabeza de Ibrahim sobresalía de la arena. “Estaba asustada. Saqué valor. Intenté hablar con él pero él sólo asentía. Le pregunté si era “el niño”, porque “niño” es el apodo de mi hermano, le llamamos “niño”. Él asintió. ¡Era él! Tenía una herida en la cabeza y manchas de sangre en toda la cara”. "Les dije: ‘¡No está muerto, está vivo!’" Haciendo acopio de fuerzas, le sacó de la arena y le llevó sobre su espalda a la aldea. “Estaba cansada pero tenía que conseguirlo. Cuando la gente nos veía me preguntaban que a dónde le llevaba. ‘Le llevo a casa’ decía. ‘Pero si ya está muerto ¿por qué lo cargas? ’, decían. Les respondí ‘No está muerto, ¡está vivo! ’ ”. Ibrahim (a la derecha) junto a su madre y tres familiares en el campo de Minawao, en Camerún. “No es fácil” dice su madre. “Unos niños sin padre, ir a por agua, preparar la comida…” Foto: ACNUR/ Hélène Caux´. Tardó cuatro meses y medio en recuperarse en un hospital en Koza, Camerún. “Los médicos y enfermeras eran amables conmigo y la comida era buena”. Cuando salió, la familia se trasladó al campo de Minawao, a 90 kilómetros de la frontera. Abierto en julio de 2013, el campo acoge ahora a 33.000 refugiados nigerianos. Muchas aldeas nigerianas en la frontera han sido atacadas e incendiadas en los últimos meses. Muchos supervivientes dicen que conocían a algunos de los atacantes, que formaban parte de las comunidades de las aldeas y que se unieron a los insurgentes antes de los ataques. “Pero ¿qué podíamos hacer?” dice uno de los refugiados en Camerún. Ibrahim, de 10 años, es un superviviente. Los insurgentes cortaron el cuello de su padre frente a él mientras trataban de escapar de un ataque en su aldea. Foto: ACNUR/ Hélène Caux Al menos 1,2 millones de personas han sido desplazadas en el noreste de Nigeria desde mayo de 2013, cuando se declaró el estado de emergencia en los estados de Adamawa, Borno y Yobe. Más de 100.000 personas han huido a Níger, 74.000 han encontrado refugio en Camerún y al menos 18.000 en Chad. Las incursiones mortíferas en Camerún también han desplazado a unas 96.000 personas según las autoridades del país, entre ellas a muchos pastores y agricultores. “Sabemos que matan a los hombres, secuestran a las mujeres y a los niños y roban el ganado, así que decidimos dejar nuestra aldea e irnos lejos de la frontera antes de que eso ocurriera” dice Oumanou, de 40 años. Hace tres meses abandonó su aldea con otros 20 familiares y caminaron durante días hasta llegar a las afueras de la aldea de Zamai, cerca de la ciudad de Mokolo, en la región de Extremo Norte, donde han levantado chozas hechas de paja y bambú. “Está bien por ahora” dice, “pero cuando empiece la temporada de lluvias el agua entrará y nos inundará”. Ibrahim y su hermana Larama, de 13 años, charlan frente a su refugio en el campo de Minawao, en Camerún. “Yo soy la que le desenterró y le llevó a sus espaldas” dice Larama. Foto: ACNUR/ Hélène Caux. Al igual que Ibrahim y su familia, todo el mundo en el campo de Minawao tiene una historia de éxodo o violencia que compartir. Muchos huyeron por miedo y otros sobrevivieron a ataques físicos o fueron testigos de extrema violencia contra familiares o amigos. Algunos han sido secuestrados. “La necesidad de apoyo psicosocial y de salud mental es enorme” dice Jodin Obaker, un psicólogo de la organización International Medical Corps, que gestiona el centro de salud de Minawao. Sin embargo, ese apoyo sigue siendo limitado en el campo debido a la falta de fondos y de personal cualificado, así como por prejuicios culturales con respecto a asuntos de salud mental. “Los niños están pagando un alto precio” añade Obaker. “Algunos se retraen por completo, se guardan todo dentro, no se comunican ya. Están traumatizados por lo que han vivido”. Los hermanos Larama e Ibrahim comparten un vínculo que va más allá de los lazos familiares. Ella le salvó la vida después de un brutal ataque en el noreste de Nigeria. Foto: ACNUR/ Hélène Caux Poco a poco Ibrahim se ha ido recuperando. Aunque su madre dice que ha cambiado mucho, que a menudo parece triste y camina cojeando, el niño también ha empezado a sonreir de nuevo. Va a la escuela, donde le gustan las clases de inglés, y juega al fútbol con su hermana mayor y su hermano pequeño. “Y tengo un mejor amigo” dice orgulloso. Pero sólo el tiempo y los cuidados podrán decir hasta qué punto se han curado las cicatrices invisibles, los recuerdos del ataque que lleva consigo. Unos meses después del ataque, Sarratou volvió para comprobar el estado de la casa de la familia en Borno. “Todo está quemado” dice con resignación. Algunos aldeanos que escaparon después de ella le dijeron que los insurgentes habían llegado con bidones llenos de gasolina y que habían rociado cada casa antes de prenderlas fuego. “Para nosotros no queda nada por lo que volver” se lamenta. “Los insurgentes también han robado nuestro ganado: siete vacas y 13 cabras. Aquí, en Camerún, tengo comida y agua para mis hijos, pueden ir a la escuela, tenemos refugio y nos sentimos seguros. No volveremos a Nigeria tan fácilmente. Para mí mi casa está aquí, en el campo. Por ahora no pienso dejar este lugar”. Las incursiones mortíferas de Boko Haram desplazan diariamente a cientos de refugiados, en su mayoría mujeres y niños. Necesitamos la ayuda de personas como tú para proteger a más niños como los valientes protagonistas de esta historia. Por Héléne Caux, ACNUR.