La ablación, también conocida como mutilación genital femenina, es una práctica brutal que consiste en la extirpación parcial o total de los genitales femeninos externos....
La ablación, también conocida como mutilación genital femenina, es una práctica brutal que consiste en la extirpación parcial o total de los genitales femeninos externos. Su práctica está relacionada con la tradición, la cultura o la religión, es decir, se considera ablación o mutilación genital femenina cuando los motivos de esta práctica no se basan en razones médicas.
Según la Organización Mundial de la Salud, más de 200 millones de mujeres y niñas han sido sometidas a la mutilación genital en países de África, Asia, Oriente Medio y la Península Arábiga. La ONU reconoce esta práctica como una violación de los derechos humanos de las mujeres y las niñas.
Aunque cada vez hay más sensibilización sobre la ablación y hay muchos esfuerzos centrados en su erradicación, lo cierto es que, cada año, 20.000 mujeres en riesgo de mutilación genital femenina buscan asilo en la Unión Europea para huir de esta práctica brutal.
La ablación no tiene ningún beneficio para la salud de la mujer, pero sí conlleva graves consecuencias que, en algunos casos, puede desembocar incluso en la muerte.
Para proteger a mujeres y niñas de la ablación es imprescindible trabajar en distintas líneas:
Asha Ismail fue víctima de la ablación con tan solo cinco años. Ahora, más de 40 años después, se ha propuesto como objetivo personal acabar con la mutilación genital femenina. Para ella, es de vital importancia que la población esté informada y sensibilizada sobre esta práctica y, aunque la labor de mujeres activistas africanas y el acceso a la información han mejorado el conocimiento sobre la ablación, lo cierto es que falta mucho trabajo por hacer. “En los países de origen donde se ha prohibido la mutilación genital, la prohibición se ha quedado en el papel porque no hay seguimiento”, explica. “Las familias saben que está prohibido, pero nadie se ha sentado con ellos a explicarles por qué está prohibido.”
Para Asha también fue difícil porque tuvo que luchar contra su familia y su entorno para evitar que su hija pasara por lo mismo que ella. “Tenía miedo cuando me iba a trabajar por si le pasaba algo a mi hija mientras yo estaba fuera”, cuenta. Cuando su hija cumplió cinco años, Aisha se volvió a casar. “Mi nuevo hogar fue una protección y pude evitar que mi hija sufriera la ablación. Entonces, mi madre no entendió mi decisión. Ahora sí. Cuando le pregunto, dice que fue un error lo que hicieron conmigo”, asegura.