Boko Haram en Nigeria: terror y violencia contra la mujer

En 2009, los ataques del grupo terrorista Boko Haram en Nigeria se intensificaron y, desde entonces, el conflicto que se ha generado ha provocado la muerte de más de 20.000 personas en el noreste del país. La violencia desatada, particularmente arbitraria con la población civil, ha generado en esta década una oleada de desplazamiento forzado y una crisis humanitaria cuyas consecuencias siguen presentes.

Actualmente, los ataques de Boko Haram contra civiles continúan generando la afluencia de refugiados en la zona del Lago Chad, una amplia superficie pantanosa que se extiende por las fronteras de Nigeria, Níger, Chad y Camerún. Según los últimos datos, 228.000 nigerianos se encuentran como refugiados en la región y hay 2,4 millones de desplazados internos registrados en todo el país.

Los ataques de Boko Haram en las zonas de frontera internacional del Lago Chad han provocado que muchos civiles que tratan de huir buscando un lugar seguro se hayan visto atrapados en los combates, viéndose obligados a regresar a Nigeria.

La crisis de refugiados se produce en una región, la del Lago Chad, que ya estaba caracterizada por una pobreza endémica y una actividad económica muy deficitaria. Aproximadamente el 50 por ciento de la población local vive por debajo del umbral de la pobreza. Todos estos elementos han provocado que la situación provocada por la actividad armada de Boko Haram sea tremendamente compleja y requiera de muchísimos recursos por parte de organizaciones internacionales como ACNUR.

Boko Haram y el drama de las mujeres

Si hay un grupo social que ha padecido de forma particular la violencia arbitraria y el terror de Boko Haram, éste ha sido el de las mujeres nigerianas. Secuestros, violaciones, matrimonio forzado, tráfico sexual y mutilación genital están entre las prácticas llevadas a cabo por Boko Haram contra mujeres y niñas en Nigeria.

En un evento que captó temporalmente la atención de todo el mundo, 276 niñas fueron secuestradas en la pequeña ciudad de Chibok en 2014 mientras acudían al colegio. Menos de la mitad consiguieron escapar y otras muchas continúan en paradero desconocido en uno de los más dolorosos ejemplos de una práctica, como es el secuestro, que ha afectado a 2.000 mujeres y niñas en los últimos 4 años.

La suerte que espera a las mujeres y niñas secuestradas por Boko Haram es la de casarse forzosamente con sus secuestradores o ser empleadas como armas de guerra, convirtiéndose en niñas bomba o en escudos humanos.