Las mujeres y los niños son los grupos sociales más afectados durante las crisis humanitarias. En las guerras, por ejemplo, son el blanco de violaciones de derechos, abusos...
Las mujeres y los niños son los grupos sociales más afectados durante las crisis humanitarias. En las guerras, por ejemplo, son el blanco de violaciones de derechos, abusos sexuales o reclutamiento forzoso, entre otros atropellos.
ACNUR calcula que al menos la mitad de los refugiados actuales en el mundo, que ya son más de 16 millones (65 millones entre refugiados y desplazados) son menores de edad.
Sin embargo, no son los únicos que sufren los efectos de situaciones de este tipo. Un colectivo al que se le presta poca atención es el que conforman lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales (LGTBI), quienes en no pocos casos deben huir no solo de la amenaza de la guerra en sus respectivos países, sino también de la persecución debida a sus preferencias sexuales y al libre desarrollo de su personalidad. En este post queremos contarte historias de refugiados gays para que puedas ponerte en su piel y conocer qué están pasando.
“Cuando me enteré de que una de las principales necesidades en materia de refugiados era dar alojamiento a las personas LGTBI, me pareció lógico y quise ayudar”, comenta Judy Salomon, una profesora estadounidense de 64 años, que ha acogido en su casa a dos refugiados ugandeses perseguidos por esta causa.
Subhi Nahas es un refugiado sirio que llegó a San Francisco, California, en el año 2015. Viajó hasta Beirut, capital de Jordania, cuando los enfrentamientos en su país se recrudecieron.
Sin embargo, el temor de Nahas era doble: al miedo de morir en el fuego cruzado de los bandos en conflicto se sumaba el hecho de ser homosexual, algo que no había tenido aceptación en su propia familia y que, más grave aún, era motivo para la ejecución en las zonas controladas por las milicias rebeldes.
“Mi familia nunca aceptó que yo fuese gay y ya no me sentía seguro ni dentro de mi casa. Tenía miedo de que mi padre algún día le contara a las milicias mis preferencias sexuales”, comenta Nahas.
ACNUR/ N.Otto. Subhi Nahas, refugiado sirio, comprando en San Francisco junto a su pareja.
Por fortuna, en su periplo por el Líbano y Turquía entabló contacto con organizaciones que trabajan en la atención de refugiados, entre ellas la Organización para el Refugio, el Asilo y la Migración (ORAM), que le ayudó a tramitar el visado para viajar a Estados Unidos y le encontró una familia de acogida en la bahía de San Francisco.
“Siempre soñé con San Francisco —comenta Nahas— pues parecía un lugar donde podía ser yo mismo. El trabajo que realiza la ORAM es muy importante”.
Además de la ORAM, varias organizaciones sin ánimo de lucro no escatiman recursos ni esfuerzos para brindar a los miembros de la comunidad LGTBI la seguridad, la atención y la acogida de las que no gozan en sus respectivos países.
San Francisco es, desde los años 70, el principal referente en la reivindicación de los derechos de la comunidad LGTBI a nivel mundial.
Allí se concentran entidades como Jewish Family and Community Services East Bay (JFCS), que desde el año 2011 ha brindado protección a cerca de 60 refugiados LGTBI provenientes de países como el Congo, Uganda, Burundi, Ruanda, algunos países del Este de Europa (antigua Unión Soviética), Irak y Siria.
Entre las labores que realizan se destacan el alojamiento temporal con una familia de acogida, las ayudas sociales y la orientación legal.
“Cuando veo a adolescentes homosexuales caminar por San Francisco, tan libres, me entristezco al pensar que yo nunca lo fui cuando era joven —señala Anthony, de 21 años, un solicitante de asilo libanés que llegó a la ciudad huyendo de la persecución—. Aquí he podido empezar de nuevo”.