Desde la Antigüedad, la zona del llamado canal de Suez ha presenciado múltiples migraciones e intercambios culturales. Fue allí donde, durante más de 3.000 años, se instaló...
Desde la Antigüedad, la zona del llamado canal de Suez ha presenciado múltiples migraciones e intercambios culturales. Fue allí donde, durante más de 3.000 años, se instaló la civilización egipcia, que más tarde cayó en manos de los imperios que dominaron la cuenca del Mediterráneo y la zona de Oriente Próximo.
Roma y Bizancio, al final de la Antigüedad, así como más tarde los árabes, los fatimíes, los otomanos, los franceses y los británicos han sido algunos de los pueblos que han dejado su huella en esta región del mundo.
No es casualidad, entonces, que en nuestra época el canal de Suez siga siendo un punto estratégico para las migraciones, sobre todo si tenemos en cuenta que forma parte de la ruta elegida por muchos inmigrantes que buscan llegar a Europa o a otras zonas más seguras.
Geográficamente, se trata de una vía de navegación construida para unir el mar Rojo con el mar Mediterráneo. Sin embargo, su importancia va mucho más allá de la conexión que facilita, pues al mismo tiempo constituye la franja fronteriza que a esa altura separa los continentes de África y Asia.
Con una longitud de 163 kilómetros, permite acortar la ruta marítima entre el sur de Asia y Europa, algo especialmente beneficioso para el comercio.
Sin embargo, esta última característica también convierte al canal de Suez en un punto estratégico para miles de refugiados que huyen de la guerra, sobre todo aquellos que provienen de países del centro y el sur de África, como por ejemplo Sudán del Sur, Chad, Níger o Eritrea e incluso de otros de la península arábiga como Yemen.
El objetivo de todos ellos es llegar al mar Mediterráneo y, una vez allí, embarcarse en una nueva travesía marítima que les lleve a Europa. A menos de 1.000 kilómetros se encuentran las costas turcas y algunas islas griegas.
Después de los sirios, los afganos y los iraquíes, los eritreos son el cuarto colectivo más numeroso de refugiados que día tras día intenta cruzar el mar Mediterráneo. Muchos de ellos lo hacen por la ruta del canal de Suez, pese a que en los últimos años el gobierno egipcio ha intensificado los controles en la zona.
En un primer momento, los refugiados eritreos buscan ayuda en los campamentos instalados en Etiopía, en la frontera sur. Sin embargo, como las condiciones de estos no son óptimas, muchos acaban por abandonarlos e ir en busca de la ruta del canal de Suez. Hasta el mes pasado, los equipos de atención desconocían el paradero de al menos 82.000 eritreos registrados en sus listas.
No obstante, la ruta del canal de Suez tampoco garantiza la seguridad de los refugiados. En las inmediaciones del canal proliferan redes de trata de personas que se confunden con los traficantes que ofrecen servicios de transporte marítimo.
Un informe publicado en Bruselas señala que en el último año han optado por la ruta del canal de Suez cerca de 50.000 eritreos, de los cuales 10.000 se encuentran desaparecidos. Se teme que muchos de ellos hayan muerto en el propio golfo de Suez o en terceros países como Sudán o Arabia Saudí.