Consecuencias de la pandemia para los refugiados: salud, educación y trabajo Consecuencias de la pandemia para los refugiados: salud, educación y trabajo

Consecuencias de la pandemia para los refugiados: salud, educación y trabajo

La pandemia de la COVID-19 que está sufriendo el planeta continúa afectando a muchos sectores de la sociedad en diferentes ámbitos. Pero la vulnerabilidad creciente de la población...

28 de octubre, 2020

Tiempo de lectura: 4 minutos

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La pandemia de la COVID-19 que está sufriendo el planeta continúa afectando a muchos sectores de la sociedad en diferentes ámbitos. Pero la vulnerabilidad creciente de la población refugiada genera una auténtica alarma, sobre todo en lo que respecta a la salud, el trabajo y la educación, tres ámbitos en donde se hace fundamental y urgente actuar e implementar medidas. Frenar el impacto de las consecuencias del COVID-19 en estas áreas resulta imprescindible para evitar más víctimas mortales y asegurar que los refugiados tengan acceso a condiciones de vida dignas.

La salud de los refugiados

Los casos positivos continúan aumentando en todo el mundo y más allá de que se consiga aplanar más o menos la curva en algunos países. Pero, así como se ha expandido el virus, también lo ha hecho la solidaridad. Es el caso de Jordania, algo que reconoce el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, quien visitó ese país durante los días 14 y 15 de septiembre. “Una vez más, Jordania ha sido extremadamente positiva desde el punto de vista de la asistencia humanitaria al incluir a las personas refugiadas y garantizar que no sean excluidos de la atención brindada a los pacientes de COVID”, aseguró Grandi.

El país cuenta con un total de 658.000 refugiados registrados, lo que lo convierte en uno de los que más acogida ofrecen en todo el mundo. Se trata de personas que han huido del conflicto en Siria y que provienen de países como Irak, Yemen y Sudán, aunque también existe un nutrido número de refugiados palestinos.

Del otro lado del mundo, también hay muchos refugiados que sufren los embates de la pandemia de COVID-19. Cuando a Dialisa Mata le diagnosticaron positivo del virus, pensó que moriría y tuvo miedo por el futuro de sus hijos. “Empecé a pensar en mi familia, mis hijos… ¿Qué les pasaría? ¿Qué me pasaría?”, dice esta warao de Venezuela, actualmente refugiada en un albergue del norte de Brasil. Ella huyó de su país junto con su familia en 2018 y pudo ser atendida gracias al apoyo de ACNUR en el hospital de campaña en Boa Vista, la capital del estado fronterizo de Roraima. Allí, más de 600 venezolanos y muchas personas de Brasil han recibido atención durante esta pandemia.

Dialisa Mata y su familia

Niños y niñas sin educación

La falta de acceso a la educación ya era un tema preocupante para las niñas y los niños refugiados en todo el mundo. Y la pandemia ha agravado esta situación. Por eso, la Asamblea General de la ONU difundió un mensaje del futbolista egipcio Mo Salah y de Filippo Grandi demandando que la COVID-19 no sea un agravante para bloquear el acceso a la educación a millones de jóvenes refugiados. “Ahora es el momento de asegurarse de que los estudiantes refugiados no se queden atrás”, dijo Salah, quien es Embajador del programa Instant Network Schools (INS) de ACNUR. Por su parte, Grandi aseguró que la educación “es un salvavidas para toda la niñez, y especialmente para aquellos que se han visto obligados a huir de la violencia y la persecución”; y reconoció que la pandemia de COVID-19 está dificultando aún más el acceso de la niñez refugiada.

Según el reciente informe de ACNUR titulado “Uniendo fuerzas por la educación de las personas refugiadas”, la mitad de las niñas y los niños refugiados en todo el mundo no van a la escuela, por lo que se demanda la inmediata actuación de la comunidad internacional para evitar las consecuencias trágicas para el futuro de millones de jóvenes. Según el texto, son 1.600 millones de estudiantes en todo el mundo los que han tenido que interrumpir su acceso a la escuela durante la pandemia, una cifra en la que se incluyen millones de refugiados.

Por un trabajo digno

Muchas personas refugiadas consiguen rehacer su vida a través de diversos programas de apoyo a emprendimientos comerciales. Porque tener un trabajo digno es el primer paso para volver a una cierta normalidad después de haber huido de un país por causas de la violencia o la crisis económica. Por eso ACNUR financia diversos programas empresariales para que muchas refugiadas y refugiados con emprendimientos pudieran mejorar sus habilidades.

Personas como Michelle en Sudáfrica se beneficiaron con este tipo de apoyos y pudieron sacar adelante su emprendimiento. Esta mujer refugiada, procedente de la República Democrática del Congo, se dedicó a servicios de catering y decoración, pero la crisis económica que actualmente sufre el país africano la obligó a cerrar sus locales. “Estoy luchando mucho para mantener mi salón y mi spa en funcionamiento”, dice Michelle, el único negocio que puede mantener abierto y procura seguir así, no sólo por su propio futuro sino por el de sus dos hijas.

Michelle, refugiada congoleña en Sudáfrica.

Y mientras se agrava el acceso a la educación, escasea el trabajo y se deteriora la salud de millones de refugiados, los conflictos armados siguen sucediéndose en diferentes partes del mundo y provocando diásporas, por lo que es necesario recordar que la solicitud de asilo es un derecho humano universal, en una pandemia que ha llevado a que muchos países cierren sus fronteras impidiendo el paso de seres humanos.

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