En el área de la cooperación y el desarrollo de proyectos sociales, la economía mixta es uno de los modelos más empleados. Gracias a él, cualquier iniciativa...
En el área de la cooperación y el desarrollo de proyectos sociales, la economía mixta es uno de los modelos más empleados. Gracias a él, cualquier iniciativa tiene la opción de recibir fondos y contribuciones provenientes de las dos principales fuentes: la del ámbito privado y la del ámbito público o institucional.
La dependencia de una sola fuente de financiación puede limitar seriamente la acción de los proyectos, sobre todo si dicho proyecto ha sido previsto a largo plazo. Si la fuente llegara a fallar, lo planificado podría correr el riesgo de quedarse sin sustento.
Precisamente, esta es una de las cosas que evitamos cuando apostamos por un modelo de economía mixta, pues la financiación está de alguna forma diversificada, es decir, repartida entre distintos actores.
Ahora bien, vale la pena señalar que la diversificación no es la única ventaja de este modelo. Además de ser varios los actores que intervienen en la financiación de todas las acciones planificadas, pertenecen a sectores distintos: unos al público o de las administraciones y otros al privado, con lo cual contamos con mayores opciones de sostenibilidad, viabilidad y continuidad en el tiempo.
Pero vayamos aún más al fondo de este modelo de financiación, que puede aplicarse en distintas áreas o disciplinas, incluidas la de los proyectos sociales. Repasemos unas cuantas consideraciones generales para ampliar nuestra mirada:
Los campos de refugiados gestionados por ACNUR en distintos países tienen varias fuentes de financiación, lo que los convierte en un excelente ejemplo de lo que es la economía mixta aplicada a iniciativas sociales y de derechos humanos.
Este organismo, que es el principal referente mundial en lo que concierne a la atención de los refugiados, recauda fondos a través de instituciones, Gobiernos, fundaciones, entidades u oficinas de la administración de los países en donde opera, así como de socios y donantes privados que contribuyen de forma altruista.
A ACNUR no solo le corresponden las labores de atención y acogida, que son las que se realizan sobre el terreno; también debe ocuparse de la coordinación de los actores públicos y privados que hacen sostenibles todas las iniciativas de estas características.
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