El 1 de diciembre es el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA, una jornada necesaria para la reflexión en todo el planeta sobre la prevención de...
El 1 de diciembre es el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA, una jornada necesaria para la reflexión en todo el planeta sobre la prevención de esta enfermedad que, si bien sigue siendo una epidemia mundial, el índice de contagios se ha ido reduciendo, sobre todo gracias a las campañas de prevención.
Según las últimas estadísticas, son 37,9 millones de personas las que viven con SIDA en el mundo, de las cuales 23,3 millones tienen acceso a tratamiento. La ONU mantiene un programa a través del cual plantea acciones y programas con el fin de acabar con la epidemia del SIDA para el año 2030.
En este programa participa también ACNUR y otras instituciones como Unicef, Organización Mundial de la Salud y el Banco Mundial, entre muchas otras.
Ante el Día Mundial del SIDA es necesario diferenciar este término del de VIH, que es el virus de inmunodeficiencia humana y que, como su nombre lo indica, afecta al sistema inmunológico, infectando sus células.
Cuando el organismo contrae el VIH y pierde la capacidad de combatir este virus, es cuando se origina el SIDA. Es entonces cuando la persona puede desarrollar enfermedades diversas que le pueden originar la muerte, teniendo en cuenta que el cuerpo manifiesta una bajada de defensas general y masiva.
Una persona puede convivir durante muchos años con VIH sin desarrollar SIDA o también desarrollar la enfermedad a las pocas semanas de contraer el virus.
El VIH se puede contraer por vía sanguínea a través de una transfusión de sangre, por compartir jeringas o durante un accidente en aquellas personas que trabajan en servicios de salud. Otra causa son las relaciones sexuales sin protección y también puede transmitirse también de madre a hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia.
Los síntomas más habituales después de contraer el virus son cuadros gripales con fiebre, dolores de cabeza y garganta, y erupciones. En algunos casos, aparecen pocas semanas después de contraer el virus y en otros tardan más tiempo en manifestarse.
El tratamiento con el que se combate el VIH-SIDA en el cuerpo humano consta de una combinación de tres o más fármacos antirretrovíricos. Si bien no cura la infección, este tratamiento ayuda a frenar el virus en su fase de réplica dentro del organismo y dota de fortaleza y de defensas a todo el sistema inmunitario.
Y para que esta combinación funcione en su plenitud, un diagnóstico temprano es muy importante. El origen del SIDA se calcula en las primeras décadas del siglo XX, cuando el VIH se transmitió desde un simio a un ser humano por primera vez, pero no se propagó a nivel mundial hasta los años 80.
Cuando el SIDA llegó a todo el planeta, tomó por sorpresa a la comunidad científica y, durante los primeros años de la enfermedad, se estigmatizó a la comunidad homosexual y a los consumidores de drogas inyectables.
Se estima que cada año, 2 millones de personas en el mundo se infectan con el virus del SIDA. En 2018, la cifra de personas con VIH se calculó en 37,9 millones de personas, según la web de ONUSIDA. Incluso la violencia contra la mujer también está relacionada con el contagio del virus.
El 35% de las mujeres en el mundo (más de un tercio) ha sufrido violencia física o sexual en algún momento de sus vidas. En algunos países, estas mujeres son 1,5 veces más proclives al contagio con VIH que aquellas que no han sufrido este tipo de maltratos.
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