Los niños son siempre la parte más débil en cualquier conflicto y a menudo sus tragedias particulares pasan desapercibidas. El de la guerra en Siria es un...
Los niños son siempre la parte más débil en cualquier conflicto y a menudo sus tragedias particulares pasan desapercibidas. El de la guerra en Siria es un buen ejemplo de cómo las desgracias específicas que afronta la infancia han quedado ensombrecidas por la magnitud del desastre humanitario que ha provocado un conflicto que ya dura más de ocho años.
Los más vulnerables entre los niños en el conflicto sirio son los no acompañados, separados o aquellos que viven con adultos muy mayores o discapacitados. Se estima que, actualmente, 8,35 millones de niños viven en Siria, de los que 5,6 millones requieren asistencia humanitaria. Fuera del país, de los 5,6 millones de refugiados sirios registrados en la región, 2,5 millones son niños.
Como demostró el estudio "Porque luchamos para sobrevivir - Trabajo infantil entre los niños refugiados sirios”, los menores de 15 años sirios afrontan un grave peligro de ser arrastrados hacia las peores formas de explotación laboral en Siria, los países vecinos y en el tránsito hacia Europa.
Los niños sirios están sujetos a terribles experiencias cada día en Siria, como asesinatos, mutilaciones, reclutamiento por parte de grupos armados y ataques a escuelas y hospitales. El desplazamiento ha obligado a muchos niños a trabajar en condiciones de explotación cada vez más graves, lo que tiene un impacto físico, mental y social y supone una vulneración de su derecho a la educación.
Ante el fallecimiento de alguno de sus progenitores o de ambos, muchos niños se han visto obligados a asumir el papel de traer el sustento a su hogar para su hermanos viéndose obligados a trabajar en condiciones de explotación a edades cada vez más tempranas.
En los países vecinos, la situación no es siempre mejor para los niños refugiados sirios. Se han localizado niños sirios trabajando en la construcción, agricultura, mercados en las calles y en todo tipo de servicios. Niños y niñas se ven obligados a realizar largas jornadas laborales que, frecuentemente, son de siete días a la semana.
Otro estudio previo, elaborado por ACNUR y publicado en 2013 bajo el título “El futuro de Siria: la crisis de los niños refugiados”, evidenció que innumerables familias de refugiados que carecen de recursos económicos envían a sus hijos a trabajar para asegurar su supervivencia básica. Tanto en Jordania como en el Líbano, los investigadores constataron que había menores, algunos incluso de siete años, que trabajaban durante largas horas por poco dinero, a veces en condiciones peligrosas o de explotación.
Más allá del esperado final del largo y enquistado conflicto armado en Siria, según concluye el estudio "Porque luchamos para sobrevivir - Trabajo infantil entre los niños refugiados sirios”, urgen medidas específicas para proteger a los niños sirios tanto dentro como fuera del país. En los países de acogida, indica, es imprescindible una labor de monitorización y el establecimiento de mecanismos de protección infantil así como la cooperación entre todos los países para garantizar su cumplimientos.
También añade que igualmente fundamental es lograr concienciar a las sociedades civiles de estos países sobre el problema y no criminalizar a los niños que están siendo sometidos a explotación infantil. Hay mucho en juego ya que, tal y como declaró el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, António Guterres: “Si no actuamos rápidamente, una generación de inocentes se convertirá en la víctima permanente de una guerra atroz”.
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