Imagina que tienes que huir de tu casa y de tu país para salvar tu vida y la de tu familia, llegas a un país más seguro,...
Imagina que tienes que huir de tu casa y de tu país para salvar tu vida y la de tu familia, llegas a un país más seguro, pero en el que no entiendes el idioma, no tienes trabajo ni casa y dependes por completo de la generosidad y solidaridad de otras personas y de la ayuda de ONG. ¿Cómo te sentirías? Queremos que conozcas la importancia de integrar y acoger a los refugiados en la comunidad que los recibe y qué acciones se realizan para lograrlo.
Empezar de cero en un país diferente es complicado y los refugiados se encuentran con diversos obstáculos para ser acogidos en la comunidad que los recibe:
El modelo de acogida de Uganda es uno de los más conocidos. En este país se ha logrado que los refugiados no se sientan como extranjeros. Se les da apoyo desde el primer momento para que produzcan su propia comida y generen ingresos para poder vivir y, a su vez, potenciar la economía del país.
Uno de los mitos que existen sobre los refugiados es que “son una carga económica para los países de acogida”. Sin embargo, diversos estudios demuestran que devuelven más de lo que reciben, y el modelo de Uganda es un ejemplo de que el país de acogida y las personas refugiadas puedes colaborar conjuntamente.
Etiopía es uno de los países más pobres de África y, sin embargo, es uno de los mayores receptores de refugiados. Como ejemplo, de diciembre de 2013, momento en que se desató la violencia en Sudán del Sur, hasta mayo de 2014, más de 110.000 refugiados huyeron a Etiopía y se establecieron en campos de refugiados gestionados por ACNUR y ARRA. En estos casos se trabaja para que los refugiados aprendan nuevas habilidades que les permitan autoabastecerse y también se empodera a las mujeres mediante acciones formativas.
Otro de los países que destaca por su compromiso de acoger e integrar a los refugiados es Canadá. Uno de los refugiados sirios que fue acogido por Canadá es Kevork Eleyjian. Mientras esperaba a sus padres, que se encontraban en Beirut, trabajó en una fábrica de planchas de madera en la ciudad de Montreal.
La familia de Hasam al-Kawarit también encontró una oportunidad en Canadá. A las dificultades que tiene cualquier familia de refugiados hay que añadir que tanto Hasam como cuatro de sus hijos son sordos. Cuando llegaron a Calgary, les ayudaron a buscar una casa en alquiler, a abrir una cuenta bancaria y a realizar los trámites necesarios para poder contar con asistencia sanitaria.
Acoger a los refugiados e integrarlos en la vida del país que los acoge requiere la participación de todos. Démosles un nuevo hogar en el que puedan sentirse como en su casa.
Ayuda a los refugiados