Nunca es demasiado tarde para aprender Nunca es demasiado tarde para aprender

Nunca es demasiado tarde para aprender

La vida de los refugiados es dura y en su huida deben dejar de lado muchos de sus derechos básicos, como es el caso de la educación. Muchos...

14 de junio, 2017

Tiempo de lectura: 3 minutos

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La vida de los refugiados es dura y en su huida deben dejar de lado muchos de sus derechos básicos, como es el caso de la educación. Muchos niños y niñas no tienen la posibilidad de asistir al colegio porque están buscando una situación más segura en sus vidas y porque no tienen acceso a los planes educativos de los países de acogida. Hoy queremos contar la historia de una de ellas y de cómo ha luchado contra las adversidades para hacerse un hueco en su nuevo país. Desde pequeña, Nawa observaba cómo otros niños iban a la escuela y soñaba con poder hacerlo ella también. Como refugiada, sentía que no había lugar para ella en las aulas. En Malasia, el país que la acogió cuando huyó de Somalia, los refugiados no tienen acceso a la educación, pero gracias a un programa concreto, ha podido cumplir su sueño.

Aprendiendo sin importar la edad

aprender ACNUR / Ted Adnan

La Escuela Fugees es un centro de aprendizaje de refugiados que se encuentra en Kuala Lumpur y la oportunidad de Nawa para ir al colegio. Al principio podía parecer chocante, porque ella era mayor de edad y sus compañeros tenían la edad propia de la escuela secundaria, pero a Nawa no le importó.

“Pasé la barrera de los 16 años, pero yo me veía a mí misma en el espejo como una estudiante”, cuenta. Cuando llegó, solo hablaba un inglés rudimentario, pero siempre estuvo decidida a aprender y rápidamente fue integrándose en su clase.

La realidad de la educación para las mujeres refugiadas

“Es increíble todo lo que aprendí en cuatro años”, cuenta Nawa. “Soy la única persona en mi familia que ha tenido acceso a la educación y me gustaría ser un ejemplo para otras mujeres que tienen miedo de conseguir lo que quieren”.

Durante el tiempo que lleva en esta clase, ha visto que las niñas suelen tener mejores resultados académicos, porque no siempre tienen la oportunidad de asistir a clase y la aprovechan cuando pueden. Aun así, muchas siguen abandonando sus estudios por el matrimonio precoz, aunque la tendencia parece que está cambiando.

Un futuro muy prometedor

Ya hace un año que Nawa terminó la escuela secundaria, y ahora está pendiente de entrar en el curso de la fundación de la Universidad de Nottingham en Malasia, donde hará el curso básico. Más de 40 refugiados tienen la oportunidad de asistir a la universidad gracias a convenios con organizaciones como ACNUR.

Nawa está muy agradecida por esta oportunidad, aunque se lamenta de que la educación de los refugiados sea tan complicada. “Nuestra educación no es estable. Tenemos que hacer un trabajo extra y esforzarnos mucho más que la gente de aquí para encontrar oportunidades de aprender”.

Con todo, Nawa ha alcanzado su sueño y es sin duda un ejemplo que seguir para todos aquellos refugiados que no se rinden y que luchan por derechos básicos como la educación. Ahora, seguirá su formación más allá de la escuela secundaria y logrará hacerse un hueco en la universidad, donde le esperan nuevas aventuras y situaciones lejos de su hogar.

 

Un uniforme para cada niña

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