Descubiertas en el siglo XVIII y universalizadas a lo largo de los dos siguientes siglos, las vacunas han sido un tratamiento clave para enfermedades hasta entonces mortales y han salvado...
Descubiertas en el siglo XVIII y universalizadas a lo largo de los dos siguientes siglos, las vacunas han sido un tratamiento clave para enfermedades hasta entonces mortales y han salvado millones de vidas. Sin embargo, en pleno siglo XXI, algunas corrientes a-científicas han empezado a cuestionar su utilidad. En este artículo trataremos de aclarar algunos conceptos básicos para conocer qué son las vacunas.
La inmunización de una enfermedad mediante la estimulación de la producción de anticuerpos fue descubierta a finales del siglo XVIII. Entonces, el médico británico Edward Jenner, descubrió que recolectoras de leche que habían sido infectadas con una variedad de la viruela propia de las vacas se volvían inmunes a la viruela humana.
A partir de este descubrimiento, Jenner comenzó a inocular la enfermedad bovina en niños. De esta forma, estimulaba a su organismo a generar anticuerpos contra la viruela y les hacía inmunes a la enfermedad humana tras superar la propia de las vacas, mucho menos letal.
La eficacia del tratamiento se hizo tan evidente, que se extendió por toda Europa, no sin la oposición de algunos sectores de la Iglesia. Cuando el francés Louis Pasteur desarrolló esta técnica para tratar otras enfermedades como el cólera y el ántrax, la bautizó como vacuna, en homenaje al primer descubrimiento de Jenner.
A lo largo del siglo XX se desarrollaron numerosas vacunas contra enfermedades como la difteria, el sarampión, las paperas y la rubéola, siendo las de la Hepatitis C y la Gripe A las últimas inventadas ya en el siglo XXI.
La idea de la vacuna es inocular una enfermedad en una dosis no letal en un cuerpo sano, estimulando la creación de anticuerpos. De esta forma, si el cuerpo se infecta con posterioridad de esta enfermedad, su organismo estará preparado para combatirla y destruirla. La vacunación logra, de esta forma, inmunizar a una persona frente a una enfermedad que, de otra manera, podría llegar a ser mortal.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la inmunización evita entre 2 y 3 millones de muertes anuales por difteria, tétanos, tos ferina y sarampión.
En 1998, un estudio aparecido en una revista científica relacionó la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubéola) con el desarrollo del autismo en niños. Sin embargo, el estudio fue posteriormente desacreditado y la revista lo retiró de su publicación.
El daño, en cualquier caso, ya estaba hecho y se convirtió en la justificación de un falso mito sobre los efectos secundarios de las vacunas. También se ha argumentado que sus conservantes pueden ser perjudiciales para la salud y que tienen numerosos efectos colaterales, algo que se ha demostrado completamente falso.
La realidad es que las vacunas son un avance médico de primer orden que nos ha mantenido a salvo durante generaciones de enfermedades potencialmente mortales. Una regresión en su uso podría tener consecuencias fatales, como la reaparición de plagas actualmente extintas. Es importante no comprar falsos mitos que nos harían retroceder cientos de años en uno de los descubrimientos más valiosos de la historia moderna.
Ayuda a los refugiados