Las crisis de refugiados y el desplazamiento masivo de personas a lugares sin infraestructuras para acogerles genera una serie de retos. Entre los más importantes están el garantizar...
Las crisis de refugiados y el desplazamiento masivo de personas a lugares sin infraestructuras para acogerles genera una serie de retos. Entre los más importantes están el garantizar un saneamiento y unos servicios médicos de emergencia adecuados y una apropiada gestión y recogida de alimentos para unas personas que, generalmente, lo han dejado todo atrás.
La desnutrición afecta de manera singular a los niños y es una de las principales causas de muerte infantil. La caída de la producción y la subida del precio de los alimentos está haciendo más difícil garantizar un adecuado acceso a alimentos en los campos de refugiados y en África esta crisis se ve incrementada por la sequía y los conflictos armados.
Según datos de 2017, 176.283 personas tuvieron que ser asistidas mediante programas especiales contra la malnutrición aguda.
Los principales objetivos de ACNUR en cuanto a las políticas alimentarias dentro de los campos de refugiados son las siguientes:
Por lo general, la administración y gestión de un campo de refugiados corresponde a ACNUR o al Gobierno del país de acogida. Dentro de la gestión de los alimentos se incluye la entrega de alimentos, que se realiza en colaboración con otras organizaciones socias. Con el fin de cumplir los objetivos mencionados, los refugiados reciben raciones diarias de alimentos con los nutrientes necesarios para que puedan realizar sus actividades diarias. Se presta especial atención a la alimentación de niños y mujeres embarazadas.
Para poder garantizar que los alimentos lleguen a los refugiados, se instalan depósitos de alimentos, cuyo número dependerá del número de refugiados que acoge cada campo. En cuanto a la alimentación diaria, lo ideal es que tengan 2.100 calorías por adulto al día.
Más allá de la entrega de raciones diarias, la gestión de alimentos también incluye la entrega de productos para que los refugiados puedan elaborar sus propias comidas y se aplican diferentes sistemas de pago para que los refugiados adquieran los alimentos que más necesiten en cada momento.
El campo de refugiados de Za’atari en Jordania, es uno de los que más refugiados sirios acoge en el país. En torno a 80.000 personas tiene acceso a alimentos a través de una sistema de vales.
16 toneladas métricas de pan recién horneado son distribuidas cada mañana a los refugiados del campo por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, en coordinación con ACNUR. El PMA alimenta también a 16.730 estudiantes en el campo de Za’atari a través de su programa de alimentación escolar.
“Los vales de comida que recibimos son de 10 dinares por persona y somos nueve. Con esa cantidad es complicado comprar suficiente comida para todos y a veces no podemos hacer tres comidas al día. Pero los vales están bien porque podemos elegir qué comida queremos en lugar de recibir lo que nos den”, explica Farida, una madre siria que convive con sus ocho hijos en el campo.
Gracias al sistema de vales, Farida puede al menos alimentar con dignidad a su familia en su estancia en el campo, aunque su hogar siempre esté en su mente. “La comida es suficiente para sobrevivir, pero sueño con volver a casa y disfrutar de los platos que hacíamos antes. Me encantaría hacer a mis hijos un mansaf como el que comíamos en casa, un plato de cordero con yogur y arroz”.
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