Refugiados de Afganistán: historias y desafíos Refugiados de Afganistán: historias y desafíos
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Refugiados de Afganistán: historias y desafíos

Se juntaron por primera vez en 2016 por amor al cricket y comenzaron a entrenar en un parque público de la ciudad de Saint-Omer, al norte de Francia. Unos meses...

1 de abril, 2020

Tiempo de lectura: 3 minutos

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Se juntaron por primera vez en 2016 por amor al cricket y comenzaron a entrenar en un parque público de la ciudad de Saint-Omer, al norte de Francia. Unos meses después, decidieron participar en un campeonato bajo el nombre de Saint-Omer Cricket Club Stars (SOCCS), mientras sumaban al equipo a solicitantes de asilo y refugiados. De esta manera, el deporte sirvió como mediación para que las personas que habían huido de sus países en conflicto pudieran integrarse cada vez mejor en la nueva sociedad en las que les tocaba vivir.

El cricket, en muchos países asiáticos, es el deporte más popular y encontrarse con él en un nuevo país significa mucho para los refugiados y solicitantes de asilo. “Nos encanta el cricket porque es un juego que siempre hemos jugado”, dice Abdullah, un joven afgano que huyó de Afganistán a causa de la guerra y pudo graduarse en Francia en la escuela secundaria, con especialidad en mecánica.

A través de su participación en las filas del Saint-Omer, este jugador afgano ha conseguido sentirse mucho más apoyado en su nuevo país y ha aportado mucho a que el equipo haya conseguido arrebatarle el título a los Brussels 12 Stars, siendo los campeones del Liettres Challenge 1478, una de las competiciones internacionales de cricket más importantes del momento.

El equipo de Saint-Omer Cricket Club Stars

Muchas familias afganas continúan haciendo su vida fuera de su país, incluso en muchos casos han tenido sus hijos fuera. Como el ejemplo de Nadia, quien nació refugiada, pero siempre teniendo en su mente a Afganistán como la tierra de sus ancestros y a la que le gustaría conocer alguna vez. Ella tiene 17 años y nació en Pakistán, un país al que huyeron sus padres hace 40 años. “Si no tenemos personas educadas, no podremos mejorar nosotros y no podremos tener un mejor país”, dice la joven refiriéndose a Afganistán y agrega: “Si quiero algo, tengo que trabajar duro. Debo olvidar las dificultades porque quiero convertirme en algo”.

La necesidad del apoyo internacional

Pakistán e Irán albergan el 90% de refugiados afganos que hay en el mundo. De los 35 millones de habitantes que tiene Afganistán en la actualidad, un 25% está conformado por refugiados que regresaron a sus hogares en los últimos 18 años. Hay 4,6 millones de afganos (de los cuales 2,7 millones son refugiados registrados) que continúan viviendo fuera del país.

Y después de cuatro décadas de desplazamientos de miles de personas desde Afganistán, los gobiernos de ambos países organizaron una conferencia en conjunto en Islamabad, capital de Pakistán, para recordar a la comunidad internacional que aún hay miles de afganos y afganas en situación de desplazados y refugiados, pero cuyo apoyo internacional ha ido disminuyendo considerablemente. Un reclamo al que se ha sumado también ACNUR.

En este encuentro, el secretario general de la ONU, António Guterres, dijo que “no podemos abandonar a Afganistán y a su gente” y que “ahora es el momento de que la comunidad internacional actúe y cumpla”. Por su parte, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, aseguró que “nuestro objetivo es impulsar más recursos e inversiones, ampliar el círculo de socios y forjar vínculos más fuertes entre las inversiones humanitarias, de desarrollo y de paz” y rescató tanto el coraje del pueblo afgano como la hospitalidad de los países de acogida.

Mientras tanto, hay muchas historias de refugiados y refugiadas de Afganistán que tratan de seguir adelante con su vida, reinventándose y buscándose un futuro digno en los países de acogida. “Me gustaría tener mis propios desfiles de moda. ¡Ese es mi sueño!”, dice Khatira, una refugiada afgana que vive en Indonesia y que tiene dos hijos. Forma parte del Proyecto Benang, impulsado por la empresaria indonesia Frank Soeria y destinado a formar a personas refugiadas en el ámbito textil vinculado con la moda. Una iniciativa que se ha extendido a diferentes partes del mundo.

Franka Soeria con algunos de los refugiados que ha contratado para su taller

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