Al final de este post encontarás un test sobre la guerra de Siria para que puedas poner a prueba tus conocimientos acerca de este conflicto. La guerra que se...
Al final de este post encontarás un test sobre la guerra de Siria para que puedas poner a prueba tus conocimientos acerca de este conflicto.
La guerra que se inició en 2011 ha modificado por completo la vida de los sirios, incluso la de aquellos que viven en la capital, Damasco. Tras cinco años de conflicto armado, la ciudad no escapa a la tensión y la angustia que provocan los enfrentamientos entre los bandos en conflicto.
Si bien Damasco aún no ha sufrido los efectos de la guerra en la misma proporción que otras ciudades sirias como por ejemplo Alepo o Homs, la vida cotidiana de sus cerca de 1,8 millones de habitantes ya no es la misma.
Muchos se han marchado del país en busca de un lugar más seguro, dejando atrás negocios, bienes y toda una vida. El último dato habla de que ya hay 4,8 millones de refugiados sirios. Además, hay 6,6 millones de personas desplazadas provenientes de distintas zonas que huyen de la violencia y la persecución.
Damasco está incluida en la lista de la Unesco de las ciudades del mundo con mayor herencia cultural. Quizá de ahí provenga uno de sus principales atractivos: su diversidad en todos los ámbitos de la vida cotidiana.
Antes de la guerra, la ciudad era el principal punto de concentración de turistas que año tras año llegaban al país. Era un lugar vivo, alegre, con los mercados abarrotados de gente que bromeaba todo el tiempo o buscaba cualquier excusa para entablar conversación, según cuentan aquellos que conocieron la ciudad antes del conflicto. Los sirios son abiertos y amables en general.
Quienes visitaron en alguna ocasión la ciudad la recuerdan como un lugar en el que se acogía a los extranjeros. Los sirios hacían la vida fácil a los visitantes, y recorrer las calles de la ciudad no era nada peligroso. Se podía ir de un lugar a otro sin ningún temor. Algunos negocios funcionaban las 24 horas.
Pese a la diversidad de cultos que conviven en Damasco, los practicantes de una u otra religión habían aprendido a convivir en paz. La capital siria era un excelente ejemplo de tolerancia y respeto a los distintos grupos y ramas, incluso dentro del propio islam.
Algunos recuerdan que, durante la Navidad, era común que los musulmanes felicitaran a los cristianos; a su vez, estos últimos hacían lo propio en los meses del Ramadán.
Las fuerzas del orden estaban presentes en la ciudad, aunque no tanto como ahora. Además, pese a que el tráfico no fue siempre el más fluido, era mucho más sencillo moverse por las principales avenidas de Damasco, hoy bloqueadas o incluso inhabilitadas para el uso cotidiano.
Al ser una de las pocas ciudades que han estado habitadas de forma continua desde la Antigüedad, Damasco posee un inmenso legado de casi todas las culturas que pasaron por el sitio donde actualmente se levanta la ciudad o que se establecieron en él. Es una larga historia que empieza aproximadamente en el año 6300 a. C. con los primeros asentamientos.
Pasear por Damasco es hacer un viaje por la historia de la humanidad, entre otras cosas porque su situación geográfica ha supuesto que durante siglos haya sido la encrucijada idónea entre las culturas orientales y occidentales.
Aunque no se conservan todos los monumentos que alguna vez albergó la ciudad, sí pueden observarse restos de su extenso pasado. Veamos algunos de los monumentos o legados arquitectónicos más significativos:
1) Puerta del templo romano
Ubicada en pleno centro de la ciudad, a escasos metros de la mezquita de los Omeyas, se trata de las ruinas de lo que fue el templo de Júpiter en los años de la ocupación romana. Se estima que su construcción tuvo lugar durante el gobierno de César Augusto. Uno de sus grandes atractivos actuales es que las ruinas no se encuentran aisladas o separadas por vallas, sino que forman parte de la vida cotidiana de la ciudad. De hecho, algunos de sus muros sirven de soportales a los puestos de comida siria o a los negocios en esta parte de la ciudad.
2) Mezquita omeya
Es una de las construcciones emblemáticas de Damasco. Se convirtió en lugar de culto para el islam desde el año 705, cuando el califa omeya Walid I ordenó su construcción sobre una antigua catedral romana levantada en honor a san Juan Bautista. Algunos de los trabajos originales todavía se conservan. Consta de un gran patio rodeado por columnas de diversos estilos y una sala de oración similar a la de Medina.
3) Convento de santa Tecla
El convento fue construido en las afueras de la ciudad en honor a santa Tecla, una discípula de san Pablo que es considerada una de las primeras mártires del cristianismo. Además del recinto, en el desfiladero contiguo se puede observar la excavación de tumbas y cavidades. Es un lugar idóneo para comprender la diversidad de cultos que caracteriza a Siria y la huella que muchos de ellos han dejado a lo largo de los siglos en el actual país.
4) Estación de ferrocarril de Hejaz
La estación se construyó a principios del siglo XX y albergó durante mucho tiempo la ruta de miles de peregrinos musulmanes entre Damasco y La Meca. Son características sus vidrieras de colores en el techo y las ventanas. El vestíbulo principal está vacío desde hace algunos años y detrás del edificio se prevé construir un complejo hotelero y un centro comercial.
5) Palacio de Azm
La edificación se erigió en el año 1750, y su principal objetivo era servir de residencia al gobernador del imperio otomano, As’ad Pasha al-Azm, afincado en Damasco. En la actualidad acoge el Museo de Artes y Tradiciones Populares de Siria. Es un claro ejemplo de las viviendas típicas de la ciudad en el siglo XVIII, con dos alas, el salamik y el harem, la primera de ellas con cuartos y salones para invitados y recepciones oficiales, y la última, destinada a la vida familiar de sus habitantes. Fue reconstruido en 1925.
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