En Sudán del Sur nos encontramos con un panorama desolador: en el suelo de una tienda, más de 30 personas se turnan para masticar un poco de carne seca....
En Sudán del Sur nos encontramos con un panorama desolador: en el suelo de una tienda, más de 30 personas se turnan para masticar un poco de carne seca. La mayoría son mujeres y niños de África desnutridos y demacrados.
Ésta podría ser su única comida caliente de hoy, pero al menos han conseguido huir de los disparos de la guerra.
Este grupo de personas caminó durante una semana para escapar de una de las peores crisis de hambruna del mundo. FEWS NET, organismo mundial encargado de evaluar este tipo de situaciones, ha cifrado en 2,4 millones el número de personas que se encuentran en condiciones similares en Sudán del Sur, y lo ha clasificado como una emergencia de seguridad alimentaria. De estas personas, 1,6 millones han tenido que escapar de sus hogares, ya sea por la guerra, por el hambre o por ambos motivos. De hecho, el hambre es una consecuencia de la guerra, ya que muchas personas no tienen qué comer porque sus tierras han sido arrasadas durante los combates. La mayoría sobrevive principalmente a base de plantas silvestres, nenúfares y pescado de la zona.
En las zonas más afectadas de este país, el más joven del mundo y que entró en conflicto en diciembre de 2013, fue precisa una acción humanitaria de emergencia para evitar la desnutrición y la muerte; por eso, varias asociaciones como el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (PMA) y la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) publicaron un informe alertando de la situación del país.
Desde entonces, el trabajo de estos organismos ha sido complicado debido a los nuevos enfrentamientos que mantienen asolado el país. La escasez de combustible, además, ha encarecido el transporte de mercancías, por lo que la mayoría de los mercados están cerrados y los habitantes de la zona no pueden comprar alimentos para preparar una comida caliente.
Los estudios alertan de que la malnutrición aguda se sitúa en tasas extremadamente altas en el país. Entre un 20% y un 34% de la población la sufre: más del doble del umbral considerado de emergencia por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Hay personas que, durante los trayectos que deben recorrer, se desploman a causa de la debilidad. El panorama es desolador. No solo no se espera una mejora de la situación, sino que incluso se cree que podría empeorar si no se toman medidas urgentes para ayudar a los millones de personas que están en una situación desesperada.
ACNUR ha desplegado ayuda en la zona para asistir a las personas más necesitadas y que puedan crear un hogar temporal, proporcionándoles utensilios, como ollas, sartenes, platos, mantas, sacos de dormir o mosquiteras. También se ha puesto en marcha un programa complementario de comida orientado a niños menores de 5 años con malnutrición severa, a los que se les suministra "Plumply", un complemento alimenticio que permite combatir esta situación en los más pequeños. De esta forma, se puede atender de forma prioritaria a la población más vulnerable mientras se espera una respuesta más completa.
El objetivo es evitar situaciones como la del grupo de personas de las que hablábamos al principio de este post, que han caminado cientos de kilómetros para poder acceder a un poco de comida caliente y evitar que los niños se mueran de hambre.