Guerras como la de Siria o situaciones personales complicadas como la de la refugiada afgana Nooria fuerzan a miles de mujeres musulmanas a tener que huir de su país. Entre ellas, hemos querido dar voz a estas 4 mujeres que han encontrado un nuevo país donde construir un lugar para vivir.
Esta pequeña aldea de Canadá, cerca de Manitoba, es hoy el hogar de refugiados sirios como Najwa Al Hamoud, una mujer musulmana que acaba de tener a su tercer hijo. Es uno de los 31.000 sirios reasentados en Canadá en 2016.
Todo empezó cuando Paul, el hijo del presidente de esta comunidad huterita, le sugirió a su padre que debían acoger a refugiados sirios en el pueblo. “Nuestros antecesores fueron refugiados hace mucho, siempre hubo personas que les ayudaron”, le dijo.
Los huteritas son allí una minoría religiosa, ligeramente relacionada con los menonitas y los amish. Los hombres llevan pantalones largos y camisas con tirantes. Las mujeres, vestidos y pañoletas negras en la cabeza, unas ropas que no resultan muy distintas a las de las mujeres musulmanas.
La familia siria llevaba 4 años en el exilio cuando fue reasentada en Canadá. Najwa estaba nerviosa por ir a vivir a un país desconocido, pero cuando vio sus vestidos, que aún preservan la herencia de sus orígenes, y que seguían hablando alemán, se sintió feliz. “Un país no cambia a nadie. Si alguien cambia, viene del interior”, reflexionó.
En honor a ellos decidió llamar a su hija Janna, la palabra árabe de “paraíso”.
Mujeres musulmanas en Afganistán: la madre soltera que llegó a Austria andando
Esta refugiada afgana es el mejor ejemplo de la superación. Nooria trabajaba como matrona en su país cuando se quedó embarazada. Entonces, su marido le abandonó y tuvo que tomar la decisión más importante de su vida.
Según cuenta, en países como Afganistán las mujeres musulmanas no pueden criar solas a sus hijos, por lo que tuvo que huir en busca de un lugar seguro.
La refugiada llegó a Austria por su propio pie, caminando, donde fue a parar a la casa de una pareja austriaca que había decidido abrir sus puertas a la acogida. Allí, ella y su hijo han llegado a ser independientes.
Como ellas, son muchas las mujeres musulmanas que luchan por la educación, la primera piedra para poder labrarse un futuro digno. Colabora con ACNUR para que, con el apoyo de todos, puedan lograrlo.