El siglo XX fue el de los grandes avances médicos que lograron hacer que las enfermedades infecciosas dejaran de ser la principal causa de mortalidad para el ser humano....
El siglo XX fue el de los grandes avances médicos que lograron hacer que las enfermedades infecciosas dejaran de ser la principal causa de mortalidad para el ser humano. En los años 70, se logró erradicar de la naturaleza una enfermedad de forma artificial por primera vez en la historia, la viruela.
Sin embargo, la crisis económica de comienzos de este siglo, sumada al estallido de diversos conflictos armados y al calentamiento global, han provocado que algunas enfermedades infecciosas hayan reaparecido con fuerza. Uno de los casos más paradigmáticos es el cólera.
Esta enfermedad intestinal aguda provoca diarreas, vómitos y deshidratación. Es fácilmente tratable mediante soluciones salinas que se transmiten por vía oral, pero si no se hace a tiempo puede llegar a provocar la muerte en pocas horas.
El cólera es causado por una bacteria y ha generado una serie de pandemias a lo largo del siglo XIX y XX, provocando millones de muertes a lo largo del planeta. Se transmite por el agua y, por tanto, afecta particularmente a poblaciones que no cuentan con unas infraestructuras de saneamiento y de salubridad mínimas.
Las crisis de refugiados conllevan desplazamientos masivos de población que debe reubicarse en zonas generalmente no preparadas para acoger a tantas personas. Ésta es una situación de alto riesgo para la aparición de brotes de enfermedades infecciosas como el cólera.
En los primeros días y semanas de una crisis de refugiados, proporcionar soluciones para evitar la insalubridad en los campos es una de las prioridades. La instalación de retretes, el suministro adecuado de agua potable y la inmunización son procesos relativamente baratos y que pueden suponer la diferencia entre la aparición de brotes infecciosos y su adecuada prevención.
Estos son dos casos actuales de crisis de refugiados que provocaron un alto riesgo de brotes de cólera y que se han desarrollado de manera muy distinta:
La guerra de Yemen, que ya ha entrado en su cuarto año, ha generado una gravísima crisis humanitaria. Más de 22 millones de personas necesitan ayuda humanitaria para sobrevivir en este país árabe, la mitad de las cuales son niños. El número de desplazados internos supera los 2 millones en un país devastado por el conflicto.
La práctica destrucción de toda infraestructura de saneamiento facilitó la aparición de un brote de cólera a comienzos de 2017. En verano de ese año la OMS ya alertaba de 100.000 casos y la enfermedad comenzaba a estar fuera de control. Actualmente se sospecha que más de 1 millón de personas podrían estar infectadas y 2.300 habrían muerto a causa de la enfermedad.
Una guerra que no da visos de llegar a su fin y la imposibilidad de dar solución a la grave crisis de refugiados hacen que las perspectivas de futuro sean poco esperanzadoras. La inmunización, la reconstrucción de las infraestructuras y el retorno de los desplazados son la única salida a una pandemia que ya es el mayor brote de cólera de la historia.
En agosto de 2017, cientos de miles de personas pertenecientes a la etnia rohingya, una minoría musulmana que habita en el norte de Myanmar, cruzaron la frontera con Bangladesh. Huían de la violencia desatada por una operación militar en la provincia de Rakhine y llegaron casi todos al campo de Cox’s Bazar en pocas semanas.
En este caso, las organizaciones internacionales como ACNUR lograron ponerse en marcha a tiempo y evitar un desastre de incalculables proporciones. Se instalaron infraestructuras de saneamiento, se organizaron centros sanitarios y se desarrollaron campañas de vacunación en cuestión de días. Gracias a esto, el temido brote de cólera no se llegó a producir, aunque sí comenzó uno de difteria.
Actualmente Bangladesh acoge a más de 900.000 refugiados rohingya y la situación sigue siendo de alto riesgo en campos como el de Cox’s Bazar. Sin embargo, y gracias a la labor de organizaciones como ACNUR, la posibilidad de que surja una pandemia de cólera ha podido ser evitada y por ahora la situación se mantiene bajo control.
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