La 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) en Glasgow, Escocia, acaba de concluir. Esta reunión de alto nivel ha sido concebida con dos objetivos: concretar los objetivos del Acuerdo de París y de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
En Glasgow, ACNUR ha pedido que se incrementen las acciones y el apoyo para evitar, minimizar y abordar los desplazamientos derivados de la emergencia climática, y que se aumente el apoyo a las poblaciones desplazadas y a las comunidades de acogida.
Los países y las comunidades con menos recursos y menos capacidad de adaptación a un entorno cada vez más hostil son quienes se enfrentan a los peores impactos de la emergencia climática. El cambio climático provoca pobreza y escasez de recursos básicos y necesarios para la vida, como el agua, y aumenta las tensiones por acceder a los mismos.
Según un grupo de expertos, el cambio climático está generando un “sufrimiento incalculable”. Alrededor del 80 % de las personas desplazadas en el mundo provienen de países que se encuentran inmersos en la emergencia climática. En la COP26 en Glasgow, ACNUR advierte de que el coste humano de la crisis climática ya se está dejando sentir. La emergencia climática impulsa el desplazamiento forzado y dificulta enormemente la vida de los que ya se han visto obligados a huir.
30,7 millones
de nuevos desplazamientos por desastres en 2020.
+ de 140
países afectados por los efectos del cambio climático.
108 millones
de personas necesitan anualmente ayuda humanitaria por el impacto del cambio climático en la actualidad.
“El desplazamiento forzado es una de las consecuencias más devastadoras del cambio climático y pone de manifiesto las enormes desigualdades que existen en el mundo”.
Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.
Huracanes, lluvias torrenciales, ciclones, sequías persistentes u otros fenómenos meteorológicos extremos obligan cada año a millones de personas a abandonar sus hogares. 30,7 millones de personas tuvieron que dejarlo todo atrás en 2020 debido a los desastres naturales. Muchos de ellos ya huían de guerras y conflictos. La emergencia climática está multiplicando las amenazas para la población más vulnerable del mundo.
ACNUR ha pedido a los gobiernos hacer todo lo posible por aminorar las catastróficas consecuencias humanitarias de la crisis climática. Según las predicciones, si no se llevan a cabo acciones contundentes, en 2030, 200 millones de personas necesitarán ayuda humanitaria debido a su impacto. Esta cifra representa casi el doble de la actual: 108 millones.
ACNUR brinda protección y asistencia en 130 países y apoya a las personas desplazadas y a las comunidades de acogida en la adaptación y creación de soluciones en un entorno cada vez más inhóspito.
Además de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar el medio ambiente, durante los últimos años, ACNUR ha puesto en marcha iniciativas para ayudar a la población refugiada a mejorar su resiliencia y bienestar y a que las comunidades que los acogen sean más saludables y más sostenibles. Se trata de un pilar fundamental para la acción climática de ACNUR.
En Bangladesh, para revertir la deforestación, ACNUR y sus socios han colaborado con personas rohingyas refugiadas en la plantación de árboles de rápido crecimiento.
Además, para abordar el problema de la deforestación en los asentamientos de refugiados rohingya en el país, ACNUR puso en marcha hace unos años un programa a gran escala para distribuir estufas y cilindros de cocina de gas licuado (GLP) entre la población, una alternativa limpia, segura y fácil. El objetivo es lograr una mayor eficiencia energética en todos los hogares.
En Camerún, las personas refugiadas que huyeron de la violencia en Nigeria están ayudando a construir el Gran Muro Verde, un proyecto que consiste en plantar vegetación en un tramo de ocho kilómetros para combatir los efectos del cambio climático.
Como parte de este proyecto, una madre refugiada nigeriana planta semillas en un vivero del campamento de refugiados de Minawao. En total, las personas refugiadas y las comunidades de acogida han plantado 360.000 semillas, transformando el ambiente del campamento y sus alrededores.
El 13 de noviembre de 2017, Zataari inauguraba la planta solar más grande jamás construida en un campo de refugiados, proporcionando energía limpia a más de 80.000 refugiados sirios. Supone un ahorro anual de emisiones de carbono equivalente a 30.000 barriles de petróleo, y en costos de energía de 5,5 millones de dólares al año.
En El Cairo, Egipto, ACNUR ha apoyado los esfuerzos de varias personas refugiadas que trabajan como voluntarias, junto a otros jóvenes egipcios, en las labores de retirada de residuos plásticos en las orillas del Nilo, a su paso por El Cairo.
En un campamento de refugiados saharauis en Tinduf, al suroeste de Argelia, Tateh, un refugiado saharaui, decidió construir un refugio con botellas de plástico rellenas de arena que fuera resistente al calor y a las tormentas del desierto. Cuando el departamento de innovación de ACNUR conoció su proyecto, le becó para que pudiera construir 25 refugios en los campos de Tinduf.
Asimismo, ACNUR se ha comprometido a reducir sus propias emisiones de gases de efecto invernadero y a minimizar el daño al medio ambiente.
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