La violencia creciente en el Sahel central ha desencadenado una emergencia humanitaria de enormes proporciones. Los ataques indiscriminados llevados a cabo por grupos armados y facciones terroristas contra instituciones del Estado, fuerzas de seguridad, colegios y centros de salud se suceden con frecuencia. La crisis en el Sahel está provocando un sufrimiento enorme.
La población de Burkina Faso está traumatizada por la violencia. En palabras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filipo Grandi, “es en el Sahel donde debemos intervenir antes de que esta crisis sea imposible de gestionar”.
“La emergencia está aquí, en el Sahel, donde las personas están sufriendo, están siendo asesinadas, las mujeres están siendo violadas y los niños y niñas no pueden ir al colegio”.
Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados.
En la actualidad, hay 560.000 personas desplazadas en Burkina Faso; la mayoría de ellos son mujeres y niños. Alrededor de 300.000 han huido en los últimos cuatro meses después de un repunte de la violencia. Las comunidades de acogida son muy pobres, los servicios de salud están sobrecargados, las escuelas no son apropiadas y, como consecuencia del aumento de las temperaturas, la sequía ha provocado una gran carestía de alimentos.
Níger, Burkina Faso y Mauritania acogen a cerca de 165.000 refugiados que han huido de Malí. A pesar de estar atravesando importantes emergencias humanitarias, como es el caso de Níger y Burkina Faso, estos países están demostrando una solidaridad ejemplar.
Muchos de los que huyen de Malí y Burkina Faso son acogidos en lugares que también han sido arrasados por la violencia. En muchos casos, estas personas ya habían estado desplazadas con anterioridad.
La situación de inseguridad generalizada dificulta enormemente la entrada de la ayuda humanitaria y la asistencia a las personas desplazadas más necesitadas, incluidos algunos de los 26.000 refugiados malienses que Burkina Faso ha acogido desde 2012. Las personas refugiadas, desplazadas y sus comunidades de acogida necesitan desesperadamente cobijo, alimentos, agua potable, protección, atención sanitaria y educación.
Por eso, la coordinación entre las autoridades civiles y militares es vital para procurar el acceso humanitario y permitir una asistencia inmediata.
A fines de 2019, ACNUR había recibido poco menos del 70 por ciento (un déficit de 30,5 millones de dólares) de los fondos que necesitaba para abordar la situación en Burkina Faso, uno de los países más pobres del mundo. Ante esta crisis humanitaria en el Sahel, ACNUR reitera su llamamiento a la protección de quienes huyen de la violencia. Colgabora con ACNUR para darles un refugio seguro. ¡Ayúdales!
Ayuda a los refugiados