ACNUR lleva a cabo distintos programas y actividades de innovación en diferentes campos de refugiados para minimizar el impacto medioambiental de los desplazamientos de población. Se trata de propuestas humanitarias más ecológicas y eficientes y que mejoran la calidad de vida de las personas refugiadas en los campos y hacen que sus comunidades sean más saludables y sostenibles.
Muchas personas que viven en campos de refugiados tienen acceso limitado a la electricidad, lo cual dificulta tareas tan cotidianas como cocinar, estudiar o trabajar. Al carecer de energías limpias, a menudo tienen que recurrir a generadores diésel para garantizar el funcionamiento de algunas infraestructuras comunes, o a la leña o al carbón para cubrir algunas necesidades básicas, como calentar o iluminar el refugio. El coste económico y medioambiental de estas fuentes de energía es muy elevado en comparación con las energías limpias.
La Estrategia de Energía Sostenible de ACNUR tiene como objetivo facilitar el acceso a la energía sostenible y minimizar el impacto medioambiental en las operaciones sobre el terreno en todo el mundo.
Estas son algunas de las iniciativas que ACNUR ha llevado a cabo en distintos lugares del mundo para ser más eficiente y hacer frente a la crisis climática.
En Cox's Bazar se solía consumir diariamente 730 toneladas de leña, equivalentes a un área del tamaño de cuatro campos de fútbol. Para abordar el problema de la deforestación en los asentamientos de refugiados rohingya en Bangladesh, ACNUR ha puesto en marcha un programa a gran escala para distribuir estufas y cilindros de cocina de gas licuado (GLP) entre la población refugiada, una alternativa limpia, segura y fácil. El objetivo es lograr una mayor eficiencia energética en todos los hogares.
A Rokeya Begum, refugiada rohingya, y a su familia le ha cambiado la vida gracias a este programa: “Solía emplear un día entero en ir al bosque para recolectar leña. El fuego dentro del refugio provocaba una tos constante en mis hijos. Ahora, la estufa ha cambiado mi vida: ya no voy al bosque y mis hijos no tienen tos”. El humo producido por la leña quemada es nocivo para la salud.
Gracias a la Fundación IKEA, ACNUR ha instalado 1.354 farolas solares en cinco campos de refugiados en Etiopía, en el área de Melkadida, por lo que se puede disfrutar de más horas de luz. Además, caminar por la noche es más seguro. La mayoría de los intentos de agresión a mujeres y niños ocurren durante la noche. La iluminación evita abusos y agresiones.
La instalación de mini redes solares en ubicaciones clave, como clínicas o escuelas, permite proveer de energía y servicios de manera ininterrumpida y reducir gastos en generadores.
La población refugiada se hace cargo del mantenimiento. Capacitados en tecnología solar, pueden instalar, mantener y reparar la infraestructura si fuera necesario. Si hay problemas con una mini red, estos grupos de refugiados bien entrenados y técnicos de la comunidad de acogida trabajan y solucionan las incidencias.
ACNUR y sus socios están utilizando paneles solares para bombear agua limpia para miles de refugiados rohingyas en Bangladesh. Después de huir de la violencia en Myanmar, muchos refugiados en los campamentos de Cox's Bazar han estado bebiendo agua sin tratar que les ha provocado deshidratación, vómitos y diarrea. El agua bombeada a mano a menudo estaba contaminada. Las inundaciones ocasionadas por las lluvias monzónicas habían agravado aún más la situación.
Lalu Begum, de 32 años, recoge agua en el grifo de energía solar cerca de su casa en el campamento de Kutupalong. “El agua era una maldición entonces, ahora el agua es una bendición. Nunca supimos si era agua pura o no. Ahora ya sí".
Las bombas de energía solar extraen 70 mil litros de agua pura clorada de pozos profundos. Como consecuencia, la salud de los refugiados está mejorando.
El 13 de noviembre de 2017, Zataari inaugura la planta solar más grande jamás construida en un campo de refugiados, proporcionando energía limpia a más de 80 mil refugiados sirios. Esto supone un ahorro anual de emisiones de carbono equivalente a 30 mil barriles de petróleo, y un ahorro en costos de energía de 5,5 millones de dólares al año.
La planta consta de 40 mil paneles solares que cubren un área equivalente a 33 campos de fútbol. Proporciona electricidad durante más de 12 horas, el doble de tiempo que antes de su instalación. Permite, entre otras cosas, conservar la comida, realizar las tareas de manera más efectiva y ayudar a los niños a terminar su tarea por las noches. La construcción de la planta solar ha proporcionado empleo a los trabajadores jordanos locales, así como a 75 refugiados sirios. Con la planta conectada a la red eléctrica jordana, cualquier electricidad no utilizada puede alimentar la red para satisfacer las necesidades energéticas de la comunidad local de acogida.
El campamento de Minawao en el norte de Camerún alberga a unos 58 mil refugiados nigerianos que han huido de la violencia de Boko Haram. La presión ambiental sobre la tierra causada por el repentino aumento de la población en este campamento ha llevado a la deforestación y la desertificación. ACNUR y la Federación Luterana Mundial han plantado 200 mil árboles durante dos años para reforestar el campo.
La iniciativa "Hacer que Minawao sea verde nuevamente" tiene como objetivo luchar contra la deforestación de la región, causada por el calentamiento global y las actividades humanas.
El proyecto ha sido seleccionado como ejemplo de las Mejores Prácticas Globales durante la cumbre de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Asamblea General de Naciones Unidas de 2019, por su aportación al cumplimiento de los ODS.
ACNUR y sus socios trabajan para promover las soluciones más eficientes en los campos de refugiados. Se necesita financiación y ayuda para proporcionar energía sostenible a quienes lo necesitan. Por eso, ACNUR pide un esfuerzo conjunto entre todos los agentes implicados: gobiernos, sector privado y actores humanitarios. En muchas partes del mundo, los propios refugiados combaten la emergencia climática con la puesta en marcha de proyectos sostenibles y eficientes. Los desplazamientos forzosos causados por la emergencia climática aumenta cada vez más.
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