Una vez a la semana, el Fun Bus recorre las calles de Beirut transportando a niños refugiados en una visita itinerante por la capital libanesa con un objetivo concreto:...
Una vez a la semana, el Fun Bus recorre las calles de Beirut transportando a niños refugiados en una visita itinerante por la capital libanesa con un objetivo concreto: que jueguen, se diviertan y se eduquen, las tres claves fundamentales para un adecuado desarrollo infantil. Es el día que esperan todos, el más feliz de su semana: la mayoría de estos niños proceden de Siria y muchos tienen que recurrir a la venta ambulante en su nuevo destino para poder sobrevivir.
Pero, gracias a esta iniciativa, que se enmarca dentro de la línea de inclusión educativa de ACNUR y se trabaja en conjunto con la ONG local Fundación Makhzoumi, muchos niños y niñas consiguen, al menos una vez a la semana, acordarse de quiénes son: pequeños y pequeñas que no deben trabajar, sino jugar y tener acceso a la educación.
Líbano es uno de los principales países que acogen refugiados procedentes de Siria. Y, entre todos los problemas que se presentan a la llegada, el acceso a la educación es uno de los más graves y por eso ACNUR lleva años trabajando en ello.
La educación infantil de los niños refugiados sirios que viven en Beirut y otras ciudades libanesas ha sido siempre una de las preocupaciones principales de ACNUR. Por este motivo, el programa “De regreso a la escuela” fue implementado para escolarizar a los niños refugiados sirios, con acceso de manera gratuita y con la idea, además, de que puedan abandonar el trabajo ambulante para integrarse de manera inclusiva en el país que los acoge. Otro punto es la inmersión lingüística de los niños sirios en Líbano, algo clave cuando se habla de inclusión educativa.
En Líbano se han creado un total de 384 escuelas a las que asisten tanto niños libaneses como refugiados sirios, en una de las experiencias de inclusión educativa más enriquecedora de todo el mundo. “Estuve fuera de la escuela durante dos años por la guerra. Las escuelas cerraron y ya no hubo más clases”, comentaba Moaed, un niño refugiado de Siria que pudo volver a acceder a la educación en su país de acogida.
De los 7,1 millones de niñas y niños refugiados que hay en todo el mundo, se estima que 3,7 millones aún no tienen acceso a la educación, es decir, más de la mitad. Estos números surgen del informe de ACNUR denominado “Reforzando la Educación de los Refugiados en Tiempos de Crisis” y son el reflejo de que, pese a todos los esfuerzos que se vienen haciendo hace años, aún queda mucho por hacer y la colaboración de todo el mundo es fundamental.
Según datos de ACNUR, el abandono escolar en niños nacidos fuera de Europa es del 25%, el doble del porcentaje que se da en los que nacen en los países de acogida (un 11,5%). Y si no cuentan con el apoyo necesario, las niñas y niños refugiados no consiguen obtener ni los mínimos básicos en resultados educativos.
Por este motivo, desde Naciones Unidas se ha emitido un documento destinado a todos los Estados miembro para que colaboren de manera decidida en desarrollar modelos de inclusión educativa para la población infantil refugiada, destinando todos los recursos que sean necesarios.
En el texto, además, se mencionan cuáles son las principales necesidades en este sentido: apertura de más escuelas, formación de maestros, planes para borrar la barrera idiomática, apoyo psicosocial y recursos económicos en modo de ayuda para que los niños y niñas refugiadas no acaben trabajando en la calle como vendedores ambulantes.
De acuerdo con un informe del Parlamento Europeo, los refugiados que residen en Europa no llegan a la tasa de empleo del 70% (la media de la población nativa) hasta un mínimo de 15 años después de residir en el continente. Uno de los desafíos frente a los que se encuentra la región europea es reducir este tiempo en que los refugiados al fin pueden alcanzar su autonomía, sobre todo entre los jóvenes que llegan. Y para esto, la inclusión educativa es fundamental, sobre todo en los niños y niñas. El objetivo es pasar de la inclusión social a la autonomía, es decir, que los refugiados que llegan a Europa cuenten con el apoyo fundamental para formar parte de la nueva sociedad a la que pertenecen y que, finalmente, puedan rehacer su vida de manera autónoma y sin necesidad de asistencia. La inclusión educativa juega un rol fundamental e indispensable en este camino.