Mujeres refugiadas ante los abusos Mujeres refugiadas ante los abusos

Mujeres refugiadas ante los abusos

El próximo 25 de noviembre se cumple un nuevo Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una jornada para reflexionar en todo el planeta...

22 de octubre, 2020

Tiempo de lectura: 3 minutos

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El próximo 25 de noviembre se cumple un nuevo Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una jornada para reflexionar en todo el planeta sobre este flagelo social que sigue acechando. Y que en plena pandemia de COVID-19 podría haberse acentuado. Hoy por hoy, miles y miles de niñas y mujeres refugiadas son víctimas de explotación sexual, esclavitud, matrimonio infantil y mutilación genital femenina.

En países como la República Democrática del Congo, por ejemplo, los abusos de todo tipo se repiten entre miles de mujeres y niñas que han tenido que huir de sus pueblos y de aldeas. Pero, lamentablemente, los problemas no se acaban en la huida, ya que corren el riesgo de estar sometidas por bandidos y grupos armados.

Hay salida

“Recuerdo que cuando tenía siete años me di cuenta de que no iría a la escuela como los demás niños porque necesitaba ganar dinero”, dice Rozma Ghafouri, quien sufrió desde muy pequeña esta imposibilidad de acceso a la educación a la que muchas niñas se ven sometidas en todo el mundo. Esta refugiada afgana vive hoy en Irán y ayuda a que muchas mujeres y niñas consigan empoderarse y evitar que sufran lo que ella sufrió desde muy pequeña.

Hace más de 20 años que huyó con su familia, escapando de la guerra, y en 2015 fundó el Youth Initiative Fund en Shiraz, una ciudad en el sur de Irán, con el respaldo de ACNUR y el apoyo del gobierno iraní. Este proyecto se centra en ayudar a 400 niños y niñas al año, la mayor parte de los cuales no asisten a la escuela. La inclusión en actividades deportivas y sociales ayuda al empoderamiento de muchas niñas refugiadas, algo en lo que Rozma hace especial hincapié en las actividades que desarrolla en este centro social.

Rozma Ghafouri, refugiada afgana en IránRozma Ghafouri, refugiada afgana en Irán

“Cuando estás pasando por algo así, el miedo se apodera de ti. Es como si te hubieran atado las manos”. Con estas palabras, Jessica trata de explicar el horror que sufrió en su infancia por culpa de su madre, quien la obligó a ser víctima de explotación sexual. Esta colombiana ahora tiene 30 años, es madre de dos gemelos de seis y se ha convertido en una exitosa emprendedora. Y tuvo la suerte de haber caído bajo la órbita de la Fundación Renacer, una organización sin fines de lucro radicada en Colombia y que se dedica a asistir a niñas, niños y mujeres víctimas de explotación sexual.

En Ruanda, muchas mujeres y niñas víctimas de la violencia sexual han encontrado el refugio necesario después de tanto padecimiento. El caso de Samrawit, una refugiada eritrea de 20 años, es emblemático en este sentido porque si bien ahora ha encontrado la paz y la protección que necesitaba, el recuerdo de lo ocurrido habla de heridas que no se han cerrado. “No puedo lidiar con el recuerdo de lo que experimenté en Libia”, dice esta mujer que continúa estresándose con todo lo que pasó con tan solo recordarlo: violaciones, amenazas con cuchillos y la sensación de estar perdida para siempre. Por suerte ahora puede vivir tranquila para contarlo en su nuevo destino y comenzar una recuperación imprescindible para rehacer su vida.

La situación de las mujeres refugiadas durante la pandemia

Antes de la pandemia, los números sobre los abusos reiterados entre las mujeres refugiadas en todo el mundo eran alarmantes: una niña era obligada a casarse cada tres segundos, una de cada tres mujeres había sufrido algún tipo de violencia sexual, tres millones de niñas al año fueron víctimas de ablación.

Desde ACNUR ya se alertaba sobre el riesgo de aumento de diferentes formas de violencia contra la mujer refugiada en plena pandemia. También, se han impulsado diferentes programas de atención a víctimas de violencia a través de servicios de atención telefónica y también desde redes de personas voluntarias en las comunidades que monitorizan casos de este tipo y brindan asistencia a las mujeres que sufren la violencia en diferentes facetas.

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