Tres años después de la muerte de Alan Kurdi en una playa de Turquía, un nuevo informe de ACNUR muestra que cruzar el Mediterráneo es hoy más peligroso que nunca.
‘Travesías Desesperadas’ reporta que más de 1.600 personas han muerto intentando alcanzar las costas europeas en lo que va de año. Aunque la cifra es más baja que en años anteriores, la mortalidad es mucho mayor. El informe muestra que las llegadas a Europa siguen cayendo, mientras la tasa de mortalidad aumenta de manera dramática.
6 datos para entender lo que está pasando en el Mediterráneo
ACNUR y la IOM, la Agencia de migración de la ONU, se unen para pedir una respuesta a los rescates y desembarcos en el mar Mediterráneo. Además, ACNUR llama a aumentar el acceso de rutas legales para los refugiados, como la reunificación familiar, que ofrezcan una alternativa a estas travesías mortales y a reforzar los mecanismos para proteger a los niños solos.
Entre las mayores preocupaciones, los centros de recepción de las islas griegas, conocidos como “hotspots”, donde las condiciones deplorables se van deteriorando. ACNUR pide el traslado hasta el continente desde centros como los de Moria, en Lesbos, donde 7.000 personas viven en un centro capacitado para 2.000. Una cuarta parte de ellos son niños.
“Este informe confirma una vez más que el Mediterráneo es uno de los cruces marítimos más mortales del mundo. Con el número de personas que llegan a las costas de Europa disminuyendo, ya no es una prueba de si Europa puede gestionar los números, sino de si Europa puede tener la humanidad para salvar vidas."
Pascale Moreau, Director de la Oficina para Europa de ACNUR.
Este informe muestra los peligros a los que se enfrentan los refugiados hasta llegar a Europa, pasando por rutas tan peligrosas como el desierto de Libia, un territorio que es hoy más mortal que el propio mar y donde el tráfico de esclavos, torturas y abusos se repiten entre los testimonios de quienes logran escapar.
En los últimos meses, ACNUR ha podido evacuar a terceros países a más de 1.800 personas especialmente vulnerables, en su mayoría mujeres y niños. Más recursos son necesarios para dar una vida digna a refugiados que han sido vendidos como esclavos en Libia por menos de lo que cuesta un teléfono móvil.
“Cuando vi las devastadoras imágenes de Alan Kurdi, me sentí destrozado. Sin embargo, solo tres años después y pese a los miles de personas muertas en el mar, nuestra memoria colectiva y la urgencia por hacerlo mejor parecen haberse desvanecido”. Coincidiendo con el aniversario, Khaled ha presentado un nuevo libro en honor a este pequeño sirio con el que pretende rendir homenaje y captar fondos para ayudar a quienes han tenido que huir de la guerra.