Al sudeste de México, muy cerca de la frontera con Guatemala, se abría en 2011 el primer albergue en México para refugiados LGBTI que han tenido que huir de la violencia y de la homofobia en Centroamérica. Más de 50.000 personas han pasado por allí desde entonces.
De todos los albergues para refugiados y migrantes, el conocido como “la 72” es uno del todo inusual. Lo administra Fray Tomás González Castillo, un miembro de la orden de los franciscanos que ha dedicado su vida a proteger a refugiados y migrantes en México.
Este albergue pionero en dar un espacio seguro para el colectivo LGBTI ha servido como precursor de otros albergues en el país.
Aunque no acoge sólo a refugiados LGBTI, pero sí es uno de los pocos que cuenta con un espacio seguro para este colectivo. Entre las 250 personas que conviven en él, hay también madres solteras, menores y familias. El año pasado, La 72 recibió a 43 personas refugiadas LGBTI de las que 12 solicitaron asilo.
Cada noche, Fray Tomás les pide que apaguen las luces y da la bienvenida a los recién llegados., anuncia los próximos eventos y dedica un minuto de silencio a quienes sufren en el trayecto. Hasta la fecha, 50.000 refugiados han pasado por allí.
“Todas las personas que acogemos en el albergue son víctimas de discriminación, pero las personas de la comunidad LGBTI son más vulnerables ante la intolerancia y a la homofobia”.
Fray Tomás, fundador de La 72.
“Tenemos momentos especiales aquí, simplemente nos sentamos juntas, hablamos y a veces compartimos un trozo de chocolate. Es una cosa pequeña, pero estoy agradecida por esos momentos”.
Lilly, refugiada transexual.
Gracias a la ayuda económica de ACNUR, la 72 ha podido construir dormitorios y desarrollar un programa que da asistencia y protección a quienes han tenido que huir por su orientación sexual: los refugiados LGBTI.
El representante de la Agencia para los Refugiados de la ONU, Mark Manly, asegura que el número de personas que huyen de la discriminación de género en el Norte de Centroamérica ha ido en aumento en los últimos tiempos.
Cuando llegan a su nuevo hogar, estas personas tienen muy pocas pertenencias y una gran carga emocional debido a la violencia y al miedo. Para ayudarles, un psicólogo conduce una reunión semanal dentro de este espacio seguro para que puedan hablar de sus preocupaciones y superar el trauma.
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