El trabajo humanitario es aquel que busca el bien del género humano, también llamado caritativo o benéfico. Además, se entiende por trabajo humanitario “el que tiene...
El grupo procedente de Eritrea y Somalia ha aterrizado en el Aeropuerto Internacional de Niamey, capital de Níger, esta misma noche tras ser evacuados de su país vecino...
Mientras en España consumimos 142 L de agua a diario, casi 10 veces más de la que se intenta garantizar en una emergencia, la climatología y las infraestructuras destruidas...
Desde hace meses, ACNUR viene advirtiendo de que la situación al otro lado del Mediterráneo es realmente dramática. El desierto de Libia se ha convertido en una...
Apartados de núcleos urbanos, al caer la noche la oscuridad más absoluta envuelve los campos de refugiados sin electricidad, como el de Mahama en Ruanda.
El 10 de diciembre se celebra el Día de los derechos humanos en honor a la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Repasamos la historia de los derechos humanos...
Indefensos tras haberlo perdido todo, quienes huyen de la guerra son a menudo objeto de violaciones y violencia sexual que se extiende más allá del género femenino. Cientos...
La malaria, el SIDA, el cólera y el Ébola son algunas de las enfermedades mortales que más han azotado a países en África subsahariana. Sin embargo, se...
Helena Christensen lleva muchos años trabajando como supermodelo profesional y su carrera como fotógrafa ha pasado quizá más desapercibida. Sin embargo, la artista lleva años retratando...
Volver a Empezar es el primer podcast del Comité Español de ACNUR, conducido y presentado por Molo Cebrián, creador de Entiende Tu Mente o Saliendo Del Círculo.
En esta nueva temporada de Volver a Empezar hablamos con mujeres que se han visto desplazadas por la fuerza, pero que no se dejan definir por estas circunstancias. Son mujeres incansables, que día a día superan la adversidad y la desigualdad y que además luchan por aquello en lo que creen: una vida digna para todas, para poder vivir en paz. Casi 60 millones de mujeres y niñas están desplazadas en todo el mundo, a ellas les dedicamos la novena temporada del Podcast del Comité español de ACNUR.
En la Temporada 8 de "Volver a empezar", el podcast del Comité español de ACNUR, nos preguntamos: ¿Puede el deporte convertirse en refugio? Para responder a esta pregunta hemos hablado con varias personas refugiadas que han tenido que huir de sus hogares, dejar su país y comenzar de cero en España. Personas a las que el deporte les ha salvado la vida. ¿Y cómo es posible esto? En muchas ocasiones lo es gracias a organizaciones, fundaciones y asociaciones que apuestan por el deporte como herramienta integradora de las personas refugiadas. Y es que el deporte integra, empodera, une, ayuda y puede convertirse en hogar, especialmente cuando el tuyo ha quedado muy lejos.
¿Te imaginas tener que abandonar tu país y empezar de cero para poder salvar tu vida? El protagonista de esta temporada tuvo que hacerlo: le llamaremos Juan. Por motivos de protección, prefiere no decir su nombre, ni de dónde viene, pero sí puede contarnos cómo ha logrado comenzar una nueva vida en un pequeño pueblo de la llamada España rural, ayudando a combatir el despoblamiento. Allí, donde muchos otros no quieren ir, Juan está construyendo un hogar seguro junto a su familia. Acompáñanos a conocer su historia en la séptima temporada del podcast del Comité español de ACNUR.
El cambio climático ha llegado para quedarse y marcar nuestro presente y nuestro futuro. Pero, ¿qué es exactamente? ¿Qué consecuencias tiene y cómo podemos luchar ante su avance? ¿Cómo afecta a las personas más vulnerables del planeta? En la temporada 6 de "Volver a empezar" resolvemos estas preguntas sobre el cambio climático hablando con expertos en el tema. Te esperamos.
Como no podía ser de otra manera, dedicamos la Temporada 5 de Volver a empezar a Ucrania. Queremos conocer de cerca cómo se vive en un país en guerra, cómo es huir de este conflicto y comenzar de cero en un lugar nuevo. Pero también vamos a mostrar qué labor está realizando Acnur en esta situación y cómo podemos ayudar cada uno de nosotros. Te esperamos.
Esta es la historia de una persona que gracias al boxeo tuvo una segunda oportunidad. No solo ella, sino también toda su familia.
Ella es Sadaf. Mujer, boxeadora, refugiada, valiente y luchadora. Nació en Afganistán, uno de los peores países del mundo para nacer mujer. Si quieres conocer su historia, ¡dale al play! y si te emociona tanto como a nosotros, comparte este podcast.
La tercera temporada de Volver a Empezar tiene nombre propio: Sergio Chekaloff. Una persona que ha pasado 74 años buscando el reconocimiento de una nacionalidad.
Su historia es la de millones de personas en todo el mundo que carecen de derechos políticos, jurídicos y sociales por el hecho de no ser considerados ciudadanos. Son apátridas.
En esta segunda temporada de Volver a Empezar conoceremos a Sergio, Gleici y Cristian. Ellos se vieron obligadas a abandonar sus países y que al llegar a España se toparon con una situación excepcional por la pandemia de COVID-19. A pesar de sus dificultades personales, y aún a riesgo de contagiarse, volvieron a armarse de valor para ayudar a quienes más lo necesitaban.
Befriending es la primera temporada de Volver a Empezar. En ella conoceremos la historia de tres mujeres valientes. Dos de ellas lo dejaron todo atrás en sus países para volver a empezar. Una vez en España, forjaron una amistad que les ha ayudado a salir adelante en el día a día.
Mediante la distribución en paquetes planos de un refugio temporal seguro, BetterShelter, ACNUR y la Fundación IKEA buscan proporcionar dignidad y seguridad a los millones de refugiados que huyen de la violencia, los conflictos, las persecuciones y los desastres naturales. BetterShelter es una iniciativa de la Fundación Housing for All (vivienda para todos), una fundación sin ánimo de lucro creada por la Fundación IKEA. La especial asociación de la Fundación IKEA con ACNUR ha hecho posible una innovadora aproximación a los problemas de los refugiados desde el punto de vista del diseño, priorizando sus necesidades en el proceso de desarrollo. En un innovador ejemplo de diseño democrático (en la forma, la funcionalidad, la calidad, la sostenibilidad y el precio asequible) el prototipo de refugio ha sido probado y mejorado por cuarenta familias de refugiados en Irak y Etiopía. Su experiencia y sus necesidades han sido la base de todo el proceso de desarrollo. Tras la prueba de campo el diseño del refugio ha sido replicado y está siendo ahora llevado a producción. “Proporcionaremos a ACNUR 10.000 unidades del refugio para su utilización en operaciones a escala global, y eso es solo el comienzo. Vamos a continuar desarrollado “BetterShelter” y otras soluciones para mejorar las condiciones de vida de muchas personas desplazadas” ha comentado Johan Karlsson, jefe de desarrollo de negocio de BetterSheltler. Más información sobre este tema: descárgate la nota de prensa completa
Una larga canoa se desliza entre los juncos de las tranquilas aguas del Lago Chad. Los rostros abordo están tensos, incluyendo el de Alhaji Haoudou, de 16 años, que está deseando saltar a las arenosas orillas de Baga Sola, en Chad. Es uno de los más de 80 pasajeros, que huyó de Nigeria semanas antes, tras la masacre ocurrida en su ciudad el 3 de enero, y se subió a un bote ya sobrecargado. Ese día los combatientes arrasaron con fuego una docena de aldeas y la ciudad portuaria de Baga, en la costa occidental del cuarto mayor lago de África. Docenas de personas –quizás cientos, según algunas versiones– perecieron en solo unos días. Otros se ahogaron mientras cruzaban el lago. Este es el último bote fletado por las autoridades chadianas y ACNUR. Recogerá a unos 7.000 supervivientes repartidos en incontables islotes, parches de arena que parecen haberse desprendido de la tierra firme, como icebergs separados de un glaciar. Allí las condiciones son precarias y muchos refugiados solo sobreviven con la ayuda de algunos residentes locales. Trasladarlos a Dar-es-Salam, un campo levantado en un árido descampado a 75 kilómetros de la frontera con Nigeria, es una prioridad humanitaria y un reto. Pequeñas cicatrices recorren el rostro de Alhaji, acentuando su delgada figura. Emerge de entre la multitud de supervivientes con una bolsa de yute colgando del hombro izquierdo y el brazo derecho caído. Tan pronto como alcanza la orilla, recibe como recompensa un brazalete que lleva un sello con el logotipo de ACNUR. Ahora Alhaji es oficialmente un refugiado. Rocían con lejía diluida el fardo con sus pertenencias y le desinfectan los pies en un lavabo. Las autoridades están vigilantes, preocupadas de que los combatientes intenten introducirse entre los pasajeros. Los gendarmes registran cada fardo, cada caja y confiscan machetes y otras herramientas agrícolas que consideran armas en potencia, que pronto se amontonan a su lado. Diez miembros de la familia de Alhaji han huido, pero hoy solo han llegado siete: Alhaji, sus abuelos, su madre, su tía y tres primos pequeños. La abuela de Alhaji, Falmata Mohamed, de 51 años, lleva un velo azul y pendientes de oro. Mueve los brazos en grandes gestos para describir la confusión que siguió al ataque. “Tara-ta-ta,” imita el sonido de los tiros mientras coge el antebrazo de Alhaji como si fuera un arma. Una bala le atravesó la muñeca y la herida está supurando. Entonces, Falmata señala a su nieta. Con apenas un mes, la pequeña nació entre los arbustos, una semana después del ataque. Está acurrucada en el velo de su madre. Toda la familia parece agotada. Ninguno puede acertar a dar un relato claro de los acontecimientos. El tiempo parece haberse desvanecido en el lago. Poco después llega un camión. Trae a esos hombres, mujeres y niños a su nuevo hogar, el campo de Dar-es-Salam, a 12 kilómetros. Mientras el motor traquetea, los cuerpos chocan en un revoltijo de esteras y cajas. El silencio es impresionante, una mezcla de temor y preocupación. Según avanzan los kilómetros, divisan un páramo desolado salpicado de chozas. Por aquí, una silueta envuelta en un velo se sube a un camello. Por allí, las cabras mordisquean las escasas acacias que hay. A nueve horas en camión desde la capital, esta región es tan pobre como aislada. Su índice de desarrollo humano se sitúa entre los más bajos de Chad, uno de los países menos desarrollados del mundo. Aún así, es más seguro, mucho más seguro, que el lugar que abandonaron. El ambiente se vuelve más relajado. Incluso alguien se ríe. "Nunca pensé que llegaríamos tan lejos", dice un padre incrédulo. Una multitud espera a los recién llegados con la esperanza de poder abrazar a los suyos. Sin embargo, pronto muchas caras jóvenes no pueden ocultar su decepción. El campo acoge ya a 150 niños y niñas perdidos o separados de sus padres durante los ataques. Un hombre coge un megáfono y habla en hausa: "¡Bienvenidos seáis todos! ¡Bienvenidos!" Y la multitud se dispersa mientras la noche cae sobre el asentamiento de refugiados. Alhaji y su familia se dirigen a los albergues comunitarios. Allí pasarán su primera noche en Dar-es-Salam. Entre las últimas bolsas que descargan, hay una con una etiqueta que indica su procedencia: “Maiduguri, estado de Borno, Nigeria.” Desde mayo de 2013, casi un millón de personas han sido desplazadas en el noroeste de Nigeria. Más de 100.000 han huido a Níger, unas 66.000 a Camerún y al menos 18.000 a Chad. Hoy la crisis ya es regional. Alhaji y su familia se sienten ahora capaces de relatar el horror que han soportado. En la tienda temporal que ACNUR les ha asignado, poco más que una lona impermeable tendida sobre una estructura de madera, la abuela recuerda cómo los combatientes "se lanzaron al ataque por la mañana temprano, cuando estábamos cocinando. Aquellos hombres estaban enloquecidos, disparaban en todas direcciones." "Cada uno intentaba salvarse a sí mismo. Todos corríamos para salvar nuestra vida", añade Kalthouma Abakar, tía de Alhaji, de 22 años. "Me froté las manos, los pies. Me di cuenta de que iba a sobrevivir." Las mujeres pudieron escapar. Pero llevaron a los hombres a la plaza de la aldea, en los alrededores de Baga. Alinearon a once adolescentes enfrente de sus mayores. Había atado a Alhaji, estaba de rodillas, con la cara contra el suelo. Dispararon los rifles y una de las balas perforó la muñeca del chico. Todos le creyeron muerto, incluso su abuelo. "Pensé que era nuestro turno, pero los hombres de Boko Haram se marcharon", dice el abuelo, confundido. Corrió hacia Alhaji, zarandeó el cuerpo del chico. "Me froté las manos, los pies. Me di cuenta de que iba a sobrevivir", explica Alhaji con voz desanimada y la mirada vacía. Otro chico joven como él sobrevivió milagrosamente. La familia vagó dos días por el monte, sin agua ni alimentos. Les perseguían los disparos, y las familias se separaban. Pronto la tía de Alhaji se puso de parto y dio a luz a Falmata, así llamada en honor a su improvisada comadrona: su abuela. "No tenía ni agua caliente para lavar a la bebé", dice la joven madre. El grupo continuó en canoa, avanzando entre los juncos, de isla en isla. Durante dos semanas se alimentaron de pescado y bebieron el agua del lago. A veces se impulsaban con una vara o se hundían hasta la cintura en el lago pantanoso, que se está desecando, para intentar empujar la canoa. Zigzagueando llegaron hasta un aldea. Allí paraba una canoa a motor de las autoridades chadianas. Subieron a bordo. Esta mañana, la familia se despertó en su nuevo hogar. Exploran el nuevo espacio donde vivirán. Dar-es-Salam ha surgido del desierto en un mes, pero las instalaciones esenciales ya están funcionando. Pozos, duchas y letrinas están a solo unos pocos metros. Un médico de la Cruz Roja de Chad va a tratar la mano de Alhaji. Los dos pequeños, de cuatro y seis años, empezarán el colegio tan pronto como el edificio esté terminado. Y para ayudarles a asentarse, ACNUR les ha proporcionado esteras, mantas y útiles de cocina. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) les suministra su primera ración de alimentos: 8,5 kilogramos de grano, 1 kilogramo de algarrobas, aceite y sal para cada persona. Tendrán que hacerla durar 20 días. Las raciones sorprenden a quienes solían ser pescadores, agricultores o ganaderos. Estaban acostumbrados a una dieta variada. "En casa el puchero siempre estaba en el fuego", señala uno de los refugiados. Entonces la rabia estalla. Los refugiados se negaron a aceptar "esas pequeñas cantidades de mijo, un cereal que ni siquiera sabemos cómo cocinar y que somos incapaces de moler", refunfuña uno de ellos. El PMA y ACNUR prometen mejorar las raciones en el próximo reparto. Todos tienen que hacer concesiones, la crisis es enorme. Más de 3.000 refugiados viven ya en el asentamiento. Y se esperan muchos más. Dar-es-Salam se diseñó para un máximo de 10.000 personas. Concentrar a todos los refugiados en un solo punto es la única manera de ayudarles en zonas tan remotas como esta. Por esta razón, las misiones conjuntas de ACNUR y la Comisión Nacional de Acogida y Reinserción de Refugiados de Chad peinan la zona en todoterrenos y canoas para convencer a los exiliados a unirse al asentamiento de Dar-es-Salam. El objetivo también es garantizar su seguridad ante incursiones mortales en Chad. Solo unos días después de que la familia de Alhaji fuera realojada desde Ngouboua a Dar-es-Salam, Ngouboua fue atacada. Incendiaron tres cuartas partes de la ciudad y parece que 10 personas fueron asesinadas. Docenas de refugiados huyeron de nuevo al monte. Otros han acudido en masa a Dar-es-Salam. "Reharemos nuestras vidas aquí", jura la abuela de Alhaji. Para Alhaji y su familia regresar no es una opción. "Reharemos nuestras vidas aquí", promete la abuela de Alhaji. Siempre que encuentren la forma de subsistir. La familia ha perdido su ganado y en esta estación el harmattan, el viento seco del Sáhara, barre la arena árida, en la que no crece nada. Y en cuanto a la pesca, el principal medio de vida para los exiliados, su práctica está estrictamente regulada en Chad. "Si encontramos los fondos necesarios, podríamos pagar las licencias que exigen las autoridades, e incluso ayudar a los refugiados a comprar redes", dice Baiwong Mohamat, responsable de la oficina de ACNUR en Baga Sola. "También estamos discutiendo con los jefes locales el uso de parte de la tierra fértil que rodea el lago. Podríamos financiar la compra de semillas." Sin embargo, la principal preocupación de la familia de Alhaji es su seguridad frente a futuros ataques de los militantes. "Mientras no nos ataquen... nos quedaremos aquí", dice Falmata, la abuela de Alhaji. Lo que más desea la familia es el regreso de sus hombres. La última vez que supieron de ellos estaban en Ngouboua, la aldea incendiada. En árabe Dar-es-Salam significa "Casa de la paz". Todos rezan para que así sea. Escrito por Baptiste De Cazenove
12 millones de personas han huido de sus casas desde que comenzara el conflicto en marzo de 2011. Casi 4 millones de personas han buscado refugio fuera de Siria en los países vecinos (Líbano, Turquía, Irak…). Más de 7 millones siguen desplazadas dentro de su propio país. Jordania es uno de los países que acoge a más de 620.000 refugiados sirios. El Campo de refugiados de Azraq se abrió el año pasado para ayudar a hacer frente a la afluencia de personas que no dejaban de llegar desde Siria buscando refugio. A pesar de las duras condiciones de vida, tres refugiados sirios en Azraq han puesto a trabajar su creatividad, demostrando su talento, conocimientos y ganas de lograr un futuro mejor ya. Kareem tiene 65 años, tuvo que huir junto a su mujer y sus 14 hijos de su aldea de Homs en Siria. Aunque no terminó la escuela secundaria, siempre se le dio bien la construcción, trabajaba en dicho ámbito una empresa y tenía una casa cómoda, una granja y varias tiendas. Un día unos hombres llegaron a su casa, le amenazaron y tuvo que huir con su familia además de entregarles todo el dinero que tenía. “Me fui de Siria porque temíamos que iban a volver a matarnos a todos”, explica Kareem. Sin trabajo y nada que hacer la vida en un campo de refugiados se hace muy tediosa. Por ello, para pasar el tiempo, Kareem construyó un gran avión de juguete para sus nietos, usando materiales que encontró por ahí (alambres, cuerdas, hojas de aislamiento…). Ahora se ha convertido en un constructor de juguetes y alegra la vida de muchos pequeños en el campo. “Los aviones me encantan. Esto me ayuda a aliviar el estrés”, apunta el juguetero. Hassna llegó desde Deraa, al sur de Siria. Tiene 60 años y un profundo conocimiento de la botánica. Con él ayuda a otros refugiados atendiéndoles con sus remedios creados a través de las propiedades medicinales de las plantas. Antes de ser refugiada viajó por el mundo asistiendo a conferencias científicas, y supervisaba bancos de semillas y viveros llenos de variedades de plantas desconocidas y muy útiles. "Me fui de mi casa sin nada, solo cogí 15 libros sobre el estudio de plantas medicinales, y también he traído mis semillas más preciadas", explica Hassna. Jihad tiene 52 años y desde que huyó de Siria no ha dejado de construir objetos de utilidad para la comunidad: lámparas solares, una ratonera, un grifo de agua corriente y otros elementos útiles para su hogar y el resto de refugiados de Azraq. Cuando él y su familia llegaron a este campo el pasado mes de junio se dieron cuenta de que no había electricidad, por ello, como buen fontanero y electricista autodidacta que era empezó a crear objetos para tener luz a través de energía solar. "A veces no hay sol, por lo que no arrancan las lámparas. Eso significa que nos tenemos que acostar temprano. Pero hay viento, y el viento es también es bueno para generar energía", explica Jihad. Originario de Homs, Jihad salió de la ciudad sitiada en 2012 y se mudó con su esposa y sus cuatro hijos a la relativa seguridad de Damasco. Alquiló un apartamento utilizando los ahorros que había acumulado al trabajar para una compañía petrolera en Argelia, pero no al final su situación se hizo insostenible. "Nos alojamos allí durante casi dos años, tras perder todo lo ahorrado durante una vida y nos vimos obligados a salir". Al llegar a Azraq, al principio tenían mucho miedo, pero Jihad empezó a resolver los problemas y todo mejoró. "Estábamos a salvo y acabé viendo oportunidades. Crear cosas que ayudan a los otros nos ayuda", añade.