La varicela es una enfermedad viral que suele ser recurrente en niños, aunque también los adultos están expuestos a sufrirla. Y si bien existen muchas posibilidades de...
La varicela es una enfermedad viral que suele ser recurrente en niños, aunque también los adultos están expuestos a sufrirla. Y si bien existen muchas posibilidades de contraerla en cualquier contexto, es más proclive a que aparezca en aquellos entornos donde la población tiene acceso limitado a servicios básicos como el agua.
De manera tal que la varicela en los niños refugiados es un problema serio porque la vulnerabilidad de ellos es mucho mayor. A la falta de acceso al agua en muchos campamentos, se le suma el hecho de que muchas familias viven hacinadas, lo que favorece la propagación de la varicela, una enfermedad muy contagiosa y que no necesita del contacto físico para manifestarse: basta con estar cerca de una persona enferma para contraer también el virus.
Si bien suele ser una enfermedad leve, la varicela en niños puede ser grave si no se siguen los cuidados correspondientes. Presenta como síntomas principales la fiebre y los dolores de estómago y de cabeza. Si los niños fueron vacunados, el cuadro será leve. Pero si no han recibido la vacuna, el diagnóstico puede volverse muy serio. Por eso que, como método de prevención, la vacuna contra la varicela es la mejor opción para evitar complicaciones.
La vacuna se suele aplicar en dos dosis, la primera entre los 12 y 15 primeros meses del niño y la segunda entre los 4 y 6 años. Y es la mejor manera de prevenir el contagio masivo de este virus, sobre todo en contextos con falta de acceso al agua potable y población hacinada, como es el caso de las familias refugiadas.
El sistema inmunitario de los niños se encuentra en permanente formación, razón por la cual en muchas ocasiones no brinda las barreras necesarias. Y esto los vuelve bastante más vulnerables que los adultos a contraer enfermedades. Pero en el caso de los niños refugiados, la vulnerabilidad aumenta por el contexto de desigualdad y de pobreza en el que se encuentran, teniendo que soportar situaciones de emergencia humanitaria y crisis alimentarias que generan complicaciones en su crecimiento y que los hace más proclives a contraer las enfermedades infantiles más comunes.
Además de la varicela, otra enfermedad infantil habitual es la infección urinaria producida por la bacteria E. Coli y cuyos síntomas principales son la fiebre, la falta de apetito y el escozor al momento de orinar. También está la amigdalitis, que produce congestión nasal, tos, fiebre alta y enrojecimiento de la garganta.
Otras dos enfermedades infantiles habituales son el sarampión y la rubeola, ambas de origen vírico y que provocan diferentes tipos de lesiones cutáneas. Las del sarampión suelen aparecer en paladar, mejilla y boca, aunque en algunos casos pueden extenderse a la cara y al cuello. En la rubeola, las lesiones en la piel que provoca esta enfermedad aparecen en la cara, el cuello y detrás de las orejas, y en una fase posterior pueden aparecer en la espalda y en el tronco.
ACNUR trabaja de manera constante en todas sus áreas de influencia para evitar la aparición y propagación de las enfermedades infantiles más comunes. De esta manera, realiza campañas de sensibilización sobre las vacunas recomendadas para los niños y niñas, que son las de la Hepatitis B, difteria, tétanos, tosferina, poliomielitis, sarampión, rubeola, varicela y rotavirus.