El acceso a agua potable se ha convertido en un sueño para muchas de las personas que resisten en la parte occidental del páis. La sequía en Afganistán y el conflicto en el oeste del país han provocado el desplazamiento de más de 100.000 familias desde el mes de abril. Al llegar a las provincias de Herat, Badghis y Ghor, muchas no tienen donde dormir. Además, el país vive una de las situaciones prolongadas de refugiados más largas en el tiempo del mundo.
A finales de noviembre, ACNUR envió un avión hasta Afganistán con miles de tiendas para refugiar a quienes han pasado de la sequía al frío del invierno en Oriente Medio.
En las provincias de Herat, Badghis y Ghor, 220.000 familias estaban viviendo en refugios improvisados mientras las temperaturas mínimas rondan los 0º durante la noche.
Para paliar esta situación, ACNUR ha organizado un puente aéreo que contará con 12 vuelos cargados con 15.100 tiendas familiares con las que se prevé dar un refugio adecuado a, al menos, la mitad de la población desplazada. Estos aviones, se enviarán desde la ciudad de Lahore, en Paquistán, hasta el aeropuerto de Herat en Afganistán. Se trata del más cercano a la población desplazada, desde el que el personal de tierra y los socios de ACNUR en Afganistán distribuyen el material entre las familias más necesitadas.
Con la proximidad del invierno, las condiciones son cada vez más desesperadas y ya se ha registrado un aumento en la mortalidad infantil.
Desde la primera guerra en los años 70 a la conocida como guerra de Afganistán en 2001, los conflictos y la violencia casi no han dado tregua a la población de un país entero. Se trata del segundo país del mundo del que más refugiados se han visto obligados a huir, solo por detrás de Siria. También es el país que más depende de la ayuda humanitaria en toda la región. 40 años de conflictos en Afganistán ha dejado al país en una situación de necesidad enorme.
En los últimos años, muchas familias han vuelto a ciudades como Kabul, donde muchos niños sin escolarizar se enfrentan a la difícil situación de tener que ayudar a sus familias a conseguir dinero para subsistir.
Cientos de niños de la calle pudieron construir su propio futuro en Afganistán con las ayudas de ACNUR para la formación en profesiones que, a través de clases de estética, dibujo, costura o floristería han hecho posible que salgan adelante.
Desgraciadamente, otras muchas familias siguen dependiendo de la ayuda humanitaria para tener un techo que les proteja del frío.
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