En los últimos años, morir de hambre se ha convertido en el mayor riesgo para la salud de todo el mundo, provocando un mayor número de muertes que el SIDA, la malaria y la tuberculosis juntos. A pesar del objetivo de Hambre Cero recogido en la Agenda 2030, el último año el hambre en el mundo ha seguido aumentando. Repasamos algunos datos de la situación. Muchas de las muertes por hambre en el mundo son evitables.
Según los datos del Programa Mundial de Alimentos, socio de ACNUR en nutrición, 795 millones de personas no tienen comida suficiente. Son 1 de cada 9 personas de todo el mundo.
A pesar de que no existen estudios adecuados sobre el tiempo que una persona puede tardar en morir de hambre, los científicos calculan que podemos llegar a vivir hasta dos meses sin probar alimento.
Además, más allá del riesgo de morir por inanición, existen multitud de enfermedades derivadas de la desnutrición que aparecerán mucho antes y que causan la muerte de miles de niños cada año. Yemen, Nigeria, Somalia y Sudán del Sur han sido algunos de los países más afectados por situaciones de hambruna en los últimos años.
La que ha sido catalogada como la mayor tragedia de nuestra generación atraviesa en 2019 una situación especialmente alarmante.
La situación en torno al puerto de Al-Hudaydah y sus instalaciones portuarias, por las que entra gran parte de la ayuda humanitaria de la ONU a Yemen, se ha convertido hoy en el centro del conflicto y está dificultando el acceso a la alimentación. Según Stephen Anderson, director del Programa Mundial de Alimentos en el país, actualmente el conflicto está bloqueando el acceso a las existencias de trigo.
Las consecuencias son devastadoras: cada 10 minutos, un niño se muere de hambre en Yemen.
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